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FIGURAS BÍBLICAS EN S. FRANCISCO 129 cristo» (1 R 1, 2; 22, 2; 2CtaF 13; CtaO 63; CtaL 3). También en los escritos de santa Clara se da una preferencia por este modo de expresar el segui– miento de Cristo y de Francisco, aunque de vez en cuando aparezca el vocablo imitari (imitar). El texto bíblico del que Francisco ha tomado el término no es otro que el de lPe 2, 21: «Cristo sufrió por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.» 2 Seguir al Señor, su vida, su doctrina, su humildad, su pobreza, su voluntad, sus preceptos ... son otras tantas expresiones que aparecen con frecuencia en los escrítos de Francisco, siempre con la misma actitud dinámica y generosa, así corno también el verbo ir, andar tras. El texto de Jn 14, 6: «Yo soy el cwnino, la verdad y la vida», fue uno de los que más meditaron san Francisco (Adm 1, 1; 1 R 22, 42) y santa Clara. Ade– más, encontraba tantas veces en el Evangelio la invitación de Cristo: sígueme, y otras expresiones semejantes: vosotros que rne habéis seguido, aquel que 1ne siga ... (Mt 8, 19 y 22; 10, 28 y 38; 16, 24; 19, 21. 27s.; Jn 8, 12s.; 10, 4. 5. 27; 13, 36). En los biógrafos hay algún texto que alude a esta expresión típica de Francisco (l Cel 89; 2 Cel 90 y 148; Lm 4); pero, en general, prefieren hablar de imitación y de configuración con Cristo, perdiendo así un matiz tan auténticamente evangélico y juvenil del ideal franciscano. CRISTO, EL BUEN PASTOR El seguir a Cristo alcanza una formulación particularmente amable y fascinante en la alegoría del Buen Pastor (.Tn 10, 1-18), a la que también aluden otros textos del N.T. (Mt 9, 36; 26, 31; Le 15, 4-7; 1 Pe 2, 25; 5, 4). En la Regla no bulada (] R 22, 32) hay una cita del texto de la primera carta de Pedro: «Y recurramos a Él como al pastor y obispo (guardián) de nuestras almas (1 Pe 2, 25)»; y, después, un extracto de Jn 10, 1-18: «El cual dice: Yo soy el buen pastor, que apaciento a ,nis ovejas y por mis ovejas doy mi vida.» Y esta última cláusula --el Buen Pastor que da la vida pm· sus miejas-– es la que permanece impresa en la piedad de Francisco, habituado a la contemplación de la Pasión de Cristo. En la Carta a los fieles escribe: « ¡Oh cuán santo y cuán amado, agradable, humilde, pacífico, dulce y ama– ble y más que todas las cosas deseable es tener un tal hermano e hijo, el cual dio su vida por sus ovejas» (2CtaF 56). Se trata precisamente de seguir al Buen Pastor, Cristo, llevando la cruz, hasta la inmolación suprema: «Reparemos todos los hermanos en el Buen Pastor que, por salvar a sus ovejas, soportó la pasión de la cruz. Las ovejas del Sefior le siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación ... » (Adm 6) . .' Cf. O. VAN AssELDONK: Las cartas ele S. Pedro en los escritos ele S. Francisco, en Sel Fmn núm. 25-26 (1980) 112s, ·

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