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128 L. IRIARTE Veamos, en primer lugar, cuáles son las figuras bíblicas que alcanzan un eco particular en la experiencia personal de Francisco y en su peda– gogía espiritual, tal como las encontramos en sus escritos y dichos perso– nales. En la segunda parte examinaremos las figuras bíblicas que lograron un éxito especial entre los biógrafos y las otras fuentes literarias. I. LAS FIGURAS BtBLICAS EN LOS ESCRITOS DE S. FRANCISCO En general, Francisco no recurre a las figuras bíblicas de manera explícita. Este método era normal entre los doctos; Francisco, cuando quiere poner ejemplos, utiliza más bien los personajes y las gestas de la poesía caballeresca, que constituían su cultura juvenil. Pero hay expre– siones figurativas en las que Francisco ha encontrado la expresión de sus propios hallazgos espirituales y de sus propios ideales. SALIR DEL SIGLO Es la fórmula que usa en el Testamento para expresar el inicio de su vida «penitencial». En el N.T., sa.eculum (siglo) significa tanto el mundo real, la sociedad de los hombres, como, y principalmente, las fuerzas del mal y las actitudes humanas que obstaci.':ilizan el Reino de Dios, el Evan– gelio; el evangelista san Juan usa más bien el término mundo para indicar esta oposición a la salvación que viene de Dios. Francisco toma el concepto premonástico de la renuncia al «siglo»; es decir, no expresa la fuga rnundi (fuga del mundo), concepto común entre los monjes, sino el empeño de no ser del mundo, aun cuando continuará viviendo entre los hombres. 1 En los escritos de Francisco apa– rece 44 veces el término saeculum; unas veces quiere decir el mundo, o el tiempo que pasa, y también el antievangelio. En cada caso depende del texto bíblico citado. El término mundus (mundo) se encuentra 36 veces, frecuentemente en el sentido de Juan, pero también en el sentido de las realidades presentes. SEGUIR LAS HUELLAS DE JESUCRISTO El P. Esser ha hecho notar cómo, mientras autores ajenos a la Orden, como Jacobo de Vitry, hablan de la imitación de Cristo en la vida de Fran– cisco, el Santo, en cambio, no emplea nunca esta expresión. Para él, Cristo es el camino al Padre; se trata de un empeño dinámico de seguir ese camino. Consiguientemente, prefiere decir: «Seguir las huellas de .lesu- 1 Cf. L. IRIARTE: Visión del mundo en san Francisco, en Sel Fran núm. 18 (1977) 317-335. W. C. VAN DIJK: San Francisco y el «desprecio del mundo», en Sel Fran núm. 27 (1980) 334-344.

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