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FIGURAS BÍBLICAS EN S. FRANClSCO 135 un medio para alcanzar a Dios, sino un don de Dios, tal como existen: buenas, bellas, útiles, amables en sí mismas y por sí mismas, compañeras del hombre en su peregrinación terrestre. No obstante, si creemos a los biógrafos, la fe de Francisco lo llevaba a descubrir en muchas criaturas una relación con Cristo. Y ante todo en el hombre, creado por Dios «a imagen de su querido Hijo según el cuerpo» (Adm 5, 1). Veía en los corderitos a Cristo, cordero inocente; en las flores, a Aquel que es la flor del campo; en las piedras, al que es la pi.edra angular; en la luz, al que es luz eterna, el sol de justicia ... (cf. 1 Cel 77, 80s.; 2 Cel 111, 165; LM 8, 6; 8, 7; 9, 1; LP 88; EP 118; etc.). II. FIGURAS B1BLICAS REFERENTES A SAN FRANCISCO Y A SU ORDEN EN EL PRIMER SIGLO FRANCISCANO Lo que hemos visto sobre la idealización de la pobreza se puede decir también sobre la persona de Francisco y sobre su Orden. En la V ida I de Celano son poquísimas las imágenes bíblicas; la descripción es directa, hechos y dichos son relatados tal como son. La misma inmediatez, absoluta– mente exenta de figuras bíblicas, se observa en los Tres Compañeros y en la Leyenda de Perusa. Todavía no se había verificado la transfiguración, por así decir, por obra de la erudición de hombres de escuela. Ésta comienza con la V ida II de Celano y se hace fecunda con san Buenaventura. Fue fray Elías el primero que recurrió a la tipología bíblica para des– pertar en los hermanos,. en su carta circular anunciando la muerte de Francisco, la conciencia de tener un Fundador fuera de serie. Pero sólo a partir de la mitad del siglo XIII, cuando las profecías de Joaquín de Fiare se difundieron en la Orden llenando de entusiasmo no sólo a los celantes o espirituales sino también a muchos exponentes de la «comunidad», se inicia la perspectiva escatológica, por así decir, sobre san Francisco y la tendencia a aplicarle toda suerte de tipos del Antiguo y del Nuevo Testa– mento, tendencia que tendrá su punto culminante en el siglo XIV con el libro De conformitate b. Francisci ad Christum de Arnaldo de Samatan, hinchado después por Bartolomé de Pisa en su voluminoso libro sobre las Conformidades: Francisco prefigurado y preanu.nciado en todos y cada uno de los particulares de su vida en las páginas bíblicas, como si hubiera tres etapas en la historia de la salvación: el Antiguo Testamento; el Nuevo, figura del anterior; y ambos, figura del tiempo del «Evangelio eterno» inaugurado por san Francisco. FRANCISCO, «SEGUNDO CRISTO» (ALTER CHRISTUS) Aunque exentos, como hemos dicho, de una concepción típica o escato– lógica, los testimonios directos de la vida y obra de Francisco no pudieron escapar a la influencia de aquella novedad, patente incluso a testimonios externos como el de Jacobo de Vitry. La referencia a Cristo y a los após-

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