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EL HOMBRE DE HOY El\: EL PL;\:SA'\HENTO DI: LA IGLESIA 79 Sólo una intensa acción de la gracia y una respuesta· generosa de Fran– cisco, es decir, sólo una laboriosa tarea ascética ha podido integrar y armonizar esas dos dimensiones espirituales que definen los elementos constitutivos de la fisonomía de Francisco: el amor fraterno («fácil», en principio, temperamentalmente) y la minoridad, con sus connotaciones típicas de humildad y pobreza y su original culminación en la obediencia 8 («difícil», en principio, dado el relieve de su Yo, exigente y bravío). No creo que sea este el momento de analizar ciertas posibles repercu– siones en la biografía de Francisco de ese aspecto temperamental suyo «comprometedor». Un aspecto silenciado por los estudiosos, no obstante su carácter absolutamente normal, que tal vez facilitara, al menos en parte, la comprensión de cierto estilo, de ciertos gestos y criterios del santo, que pudieran ofrecer una difícil exégesis. A título de ejemplo y en forma esquemática, me permito apuntar tres datos significativos. En primer lugar, su connatural talante de líder. Desde el tiempo de las aventuras juveniles de Asís hasta su muerte. Basta recordar, por ejemplo, cómo en el mismo Testamento, a renglón seguido de su propósito de estricta obediencia al «Ministro general» instituido por él, conmina en términos impositivos a todos los hermanos, al propio ministro general y a todos los otros ministros y custodios -«mando firmemente por obe– diencia» .. «estén obligados por obediencia»-, como expresión de su senti– miento de superior moral permanente, verdadero y propio, de la Frater– nidad.9 Otro lado interesante, que también sigue empefiando la habilidad inter– pretativa de los especialistas, es el de sus brotes de inusitada «dureza» a propósito de la infidelidad de ciertos hermanos ty sobresale aquí el conocido pasaje final de su Testamento), en neto contraste con sus crite– rios de extrema bondad y misericordia, canonizados magistralmente en la Carta a un ministro.1° Por otra parte, creo que no sería difícil detectar ciertos rasgos de su carácter vigoroso y entero en el estilo de mandar, reforzando sus decisio– nes con las fórmulas reiterativas de «firmemente», «en absoluto», «por obediencia», etc. En esta misma línea cabe destacar la insistencia con que pide una meticulosa fidelidad, incluso material, a sus escritos. «Por obediencia, yo, el hermano Francisco, mando firmemente e impongo que en estas cosas que han sido escritas· en esta vida, nadie suprima ni sobre– escriba nada... » «Y el ministro general y todos los otros ministros y cus- ,-,.,-, . .., ' Cf. Fernando Ulum,: Strutture e specificitcl della vita religiosa secando la regala di S. Benedetto e gli opuscoli di S. Francesco d'Assisi, Roma, Ed. Anto– nianum; 1979, págs. 258s., 269s., 352s. ' Cf. K. EssER: Il Testamento di S. Francesco cl'Assisi, Milán, Ed. Cammino. 1978, págs. 85, 200. Cf. 1 R 15; 2 R 8. 1 ° Cf. K. EssER: ll Testamento ..., pág. 170s.; Test 3ls.; 1 R 8; 10; 13; 19; CtaO 38s.; CtaM.

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