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EL HOMBRE DE HOY EN EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA 101 y cris,tiana, es .una prueba .perenne. de ese sentido teológico, cristocéntrico, de la antropología de la Iglesia. Experimentando a Dios como valor abso– luto descubre al hombre como hermano. Dios es para nosotros un misterio de autQdonación,. por Dios y. desde Dios, a todos, hermanados en Cristo. Una -antropología que, por anclada en la gracia redentora de Cristo, implica de raíz una auténtica teología de la .liberación. Perfeccionarse como hombre y como cristiano, hacerse un hombre nuevo, evangélico, supone ineludiblemente un precio: el precio de la libertad. «Nunca como hoy ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica» (GS 4; cf, DH 1). Y es que «la verdadera libertad, signo eminente de la imagen divina en el, hombre» (GS 17), tiene siempre la misma dialéctica: la dialéctica cris– tiana que predicó Pablo, que encarnó Francisco y que resume en estas her:rµosas palabras la Encíclica Redemptor hominis (núm. 21): «Cristo nos en~eña que el mejor uso de la libertad es la caridad que ·se realiza en la donación y en el servicio... Para poder servir digna y eficazmente a los otros, hay que saber dominarse», hay que saber ser libre, es decir, ]:iumilde y pobre de espíritu, sin vanidad y «sin propio», evangélicamente menor y herman.o, III. CONCLUSIÓN El P. Kajetan Esser, OFM., autoridad de primer orden en temas fran– ciscanos, sostiene estas dos tesis: que la Iglesia de hoy está en mejores condiciones que la Iglesia del Medievo para comprender los valores especí– ficos del franciscanismo y que nunca como hoy, a juzgar por los signos de nuestro tiempo, tenemos la posibilidad y el deber de observar espiritual– mente nuestra Regla franciscana. 67 El P. Mario von Galli,• S.J., en un sugestivo libro sobre la Iglesia del futuro, se sirve de la figura de san Fran– cisco para interpretar los signos del tiempo. 68 Las páginas que preceden pudieran concluirse subrayando también, en síntesis, la dimensión actual y profética del carisma franciscano. Queden, más modestamente, como un intento de aproximación a lo que tiene de más simple, auténtico y esencial el hombre Francisco como pauta de lectura del pensamiento de la Iglesia del Vaticano II sobre algunos rasgos característicos del hombre de hoy. El hombre es un misterio. Un misterio que, como dice la Redemptor hominis glosando el Concilio, tiene su clave interpretativa en el amor. «El hombre permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no ,lo experimenta y hace propio, si no participa en él vivamente. • 1 La Regla definitiva de los Hermanos Menores ..., págs. 114, 116. •• Gelebte Zukunft..., pág. 18.
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