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92 F. IGLESIAS La centralidad del tema antropológico es evidente en el Magisterio eclesiástico contemporáneo. Desde el Concilio, definido por Pablo VI como «un acto solemne de amor a la humanidad», 47 hasta la Redemptor hominis, que consagra al hombre -parafraseando tesis conciliares- como «el camino primero y fundamental de la Iglesia» (cf. núms. 13, 14, 21, 22). La Gaudium et spes (núm. 55), refiriéndose al fenómeno caracterizante del mundo contemporáneo, «el nuevo humanismo que está naciendo», dice que en él «el hombre queda definido principalmente por la responsa– bilidad hacia sus hermanos y ante la historiá». Y, describiendo la situación del hombre en el mundo de hoy, subraya este grave compromiso: «El curso de la historia presente es un desafío al hombre que le obliga a responder» (GS 4). ¿Cuál es nuestra responsabilidad específica de franciscanos para con el hombre de hoy, para con ese nuevo tipo de hombre que nace? ¿En qué medida debemos contribuir a facilitar una respuesta a la serie de inte– rrogantes que desafían al hombre actual? ¿Cómo vemos reflejada en el curso de la historia presente nuestra manera franciscana de ser hombres? Se ha dicho que «el hombre evangélico es la conciencia de la iglesia peregrina a lo largo de la historia». 48 Desde esta perspectiva, creo que nuestra principal responsabilidad ante los hermanos y ante la historia de hoy está en mostrarles con la vida, como hiciera Francisco en su tiempo, que la fórmula del hombr.e evangélico que encamamos responde a la conciencia de la Iglesia sobre el auténtico humanismo. Ante la imposibilidad de un estudio compleo y pormenorizado, quisiera seleccionar y cotejar unas cuantas ideas en la perspectiva de dos grandes problemas del humanismo actual a la luz del pensamiento de la Iglesia. l. EL HOMBRE COMO INCÓGNITA Y COMO DRAMA La dimensión problemática del hombre ha sido subrayada por el Con– cilio en ocasiones diversas. Bien conocidos de todos son estos textos: «Ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales. Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido y el fin de nuestra vida? ¿Qué es el bien y qué es el pecado? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsiste todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logra– das a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal? ¿Cuál 47 Discurso del 14-IX-1965, en la apertura de la IV y última sesión del Con– cilio: AAS 57 (1965) 801-802; cf. AAS 55 (1963) 855. 48 G. E. PANELLA: Uomo evangelico, en Nuovo Dizionario di Spiritualita, Roma, Ed. Paoline, 1979, pág. 1.621.

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