BCCCAP00000000000000000001437
90 F. IGLESIAS Y .en fuerza de ese autodominio de la ascética de la minoridad, Fran– cisco ha amado sabiendo respetar al hombre, sabiendo reconocer su dig– nidad personal y su individualidad. No obstante el magnetismo y la exu– berancia de su personalidad, ha sabido educar en torno a sí figuras inconfundibles; basta recordar el mosaico de tipos y carismas diferentes de sus primeros compañeros y la estima que tenía de las dotes de cada uno, 40 No obstante la certidumbre de la divina inspiración en su vida, ha tenido siempre una especial sensibilidad ante la irrepetible fisonomía de los hermanos: por respeto al Espíritu del Señor «que sopla donde quiere» (Jn 3, 8; cf. CtaL), y que reposa por igual en ricos y pobres, doctos e ignorantes, como solía decir y hubiera querido dejar consignado en la misma Regla. 41 De acuerdo con esto se explica su pedagogía diferencial y su realismo, siendo flexible, por ejemplo, ante las exigencias de la ley, de la Regla, acomodada en casos particulares a las circurrtancias de los individuos, del contexto y de la inspiración del Espíritu; después de todo, no en vano recomendaba, por encima de ias demás disposiciones, el santo Evangelio (cf. 2 Cel 216); siendo flexible, por ejemplo, ante la inmensa gama de posibilidades ,Je realización de los hermanos (predicadores, oran– tes, trabajadores, con posibilidad de dedicarse al oficio que cada uno conoce...), dentro de la común opción de vida según el Evangelio (cf. 1 R 7; 17; 2 R 5); siendo flexible, por ejemplo, ante las estructuras, más personales que jurídicas, y en vista de una gran corresponsabilidad de todos, según el proyecto original de la Orden. El espacio vital de los hermanos, de acuerdo con el diseño de Francisco, era el de la obediencia personal y el del servicio mutuo (1 R 5; 18; 2 R 8; 10). En la línea del respeto al hombre no puede olvidarse tampoco su extremada comprensión con los pecadores, con el hermano objetor de conciencia (es decir, en conflicto ante un mandato que considera contra su alma o la Regla), y con las posibilidades de todo carisma personal dentro del amplio espacio de una verdadera vida fraterna. 42 He aquí, a modo de .índice, algunos rasgos fundamentales del hombre religioso Francisco. Su soporte humano y su itinerario psicológico-espiri– tual serán algo estrictamente personal y único y, por lo mismo, irrepetible. Pero conocerlos resulta forzoso si se quiere entender el esquema y la dinámica, sencillísimos, de la manera franciscana de ser hombres, es decir, del tipo de hombre evangélico que debe ser, hoy como ayer, todo fran– ciscano. Por encima de cualquier otra preocupación ésta: encarnar esta forma de ser cristianos. Decía G. K. Chesterton que «después de Francisco 40 Cf. EP 85; C. KosER: La espiritualidad de la Orden..., págs. 9-10; A. L.AITA: San Francisco de Asís, hoy en Sel Fran núm. 18 (1977) 299s. • 1 Cf. 2 Cel 193; K. Essmi: La Regla definitiva de los Hermanos Menores ..., pág. 109s. " Cf. F. URIBE: Strutture e specificita.. ., pág. 321.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz