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88 P. íGLESlAS Solamente en el serv1c10 y en el amor a los hermanos encuentra su significado la libertad del Evangelio. San Pablo tiene una expresión lapi– daria: «Habéis sido llamados a la libertad; pero no toméis la libertad como pretexto para el egoísmo; al contrario, haceos esclavos unos de otros por la caridad» (Gál 5, 13; cf. 1 Pe 2, 16). La libertad es un riesgo de toda la vida: el riesgo evangélico de morir, de perder la falsa autonomía del egoísmo, para asegurar la auténtica libertad en el don sincero de nosotros mismos a los otros, empeñando la vida en la caridad, que es la ley de Jesús.. Para Francisco la dinámica de las relaciones interpersonales y del binomio autoridad-obediencia se de– fine, ante todo, por una actitud de «humilde y caritativo servicio mutuo». 32 Recordando la plataforma temperamental de Francisco, adquiere todo su relieve el proceso de maduración humana y cristiana de este hombre y resulta aleccionadora y sorprendente en extremo una afirmación autori– zada como ésta: «No ha habido genio alguno como Francisco, en el que su potencial íntimo ni por un instante ni en el acto más íntimo ha reba– sado la línea del solo y puro servicio poniendo en evidencia el propio yo.» 33 Bien conocida de todos es la fuerte personalidad afectiva de Francisco. Pero sería un error aceptar la tesis de un Francisco «monje de la natura– leza», cercano al cosmos y al hombre en el plano de un humanismo profano y naturalista. Los valores humanos de Francisco han sido promo– cionados mediante un continuo proceso ascético y al contacto con un universo nuevo, cargado de religiosidad, bajo el signo de Dios, que es Padre, todo Bien, Caridad y Amor. 34 El hombre y las cosas no son, sola– mente, criaturas, estímulos de la afectividad o de sentimientos estéticos. Son también algo más: son hermanos y hermanas (en el ámbito de la común paternidad de Dios), signos, a la luz de la fe, de la voluntad de Dios, estímulos para servir a Dios. 35 Algo análogo cabría decir de nuestra dinámica fraterna y minorítica a nivel de grupo. No hay duda de que la realización de la perfecta caridad evangélica en clave fraterna, es la espina dorsal de nuestra razón de ser como franciscanos. Para lograr esto, ciertos valores humanos son absoluta– mente imprescindibles. Pero la fisonomía más característica de un hermano menor, como lo ha vivido y pensado san Francisco, supera las instancias 32 Cf. K. EssER: La comunidad fraterna, en CFR núm. 4 (1968) 299s.; IDEM: Der Orden des hl. Franziskus..., pág. 36s.; T. MATURA: La fraternidad, realidad humana y signo evangélico, en Sel Fran núm. 15 (1976) 306s.; L. CooLEN: Obe– diencia y autoridad en la espiritualidad franciscana, en Sel Fran núm. 17 (1977) 181s.; M. STEINER: La experiencia de la fraternidad en S. Francisco de Asís, en Sel Fran núm. 19 (1978) 97s.; S. LóPEZ: «Todos vosotros sois hermanos», en Sel Fran núm. 19 (1978) 121s.; D. FLOOD, W. VAN DIJK, T. MATURA: La naissance d'un charisme..., pág. 173s. 33 J. LORTZ: Storia della Chiesa considerata in prospettiva di storia flelle idee, Alba, Ed. Paoline, 1976, vol. I, pág. 532. 34 Cf. A. ROLDÁN: San Francisco y su misión en la Iglesia ..., pág. 133s. 35 Cf. Cánt; AlHor; ExhAlD; AlD; ParPN.
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