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EL HOJ\!BRE DE HOY EN EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA 85 No consta que san Francisco haya centrado en esta línea, eminente– mente evangélica, su esfuerzo ascético por construir una auténtica perso– nalidad cristiana, debido a una conciencia explícita de sus limitaciones o contravalores temperamentales. Su inspiración inmediata ha sido siempre, de ordinario, el modelo de vida encarnado en el mensaje y en la existencia de Cristo.2° Santa Clara, testigo de excepción, lo ha resumido todo en una frase que entona sin dificultad con el ritornello cristológico de la Redemp– tor hominis: «El Hijo de Dios se nos ha hecho camino, que con la palabra y el ejemplo nos ha mostrado y enseñado nuestro bienaventurado Padre Francisco, verdadero amante e imitador suyo» (TestCl; RH 13-14). En cualquier caso, la verdad es que cuanto significa para Francisco el ser menor responde perfectamente a una exigencia básica de autocontrol, al tratamiento pedagógico más adecuado para su carácter. Una lectura atenta de los escritos del Santo pone de relieve que la mino– rielad franciscana implica, sobre todo, estos dos elementos: pobreza y humildad. 21 Si es cierto, como nos recuerda el Concilio, que «todas las esclavitudes derivan en última instancia del pecado» (GS 41), Francisco ha comprendido perfectamente así, realizándose como menor, el camino de su libertad. Haciendo un análisis original del pecado dice que la dinámica que éste implica -como desobediencia a la voluntad de Dios~ comporta fundamentalmente dos cosas: apropiarnos nuestra voluntad (adueñarnos con plena soberanía de nuestra libertad) y enaltecernos de los dones que poseemos (adueñarnos orgullosamente de lo bueno que el Señor dice o hace de nosotros). 22 Según la teología de san Francisco, fruto de su expe– riencia de Dios, el Señor es todo, del Señor es todo y el Señor es quien dice y hace todo bien, sin el cual no hay bien alguno. 23 Pretender, pues, afirmar con plena autonomía nuestra voluntad propia (apropiándonosla), es una forma radical de alienación y de falta d.e pobreza. Pretender afir– mar con ingenuo engreimiento nuestra voluntad propia (envaneciéndonos de lo que somos y tenemos), es una forma radical de alienación y de falta de humildad. Pobr.eza y hurnilclacl que se encarnan de manera privi– legiada en la obediencia, considerada por san Francisco como la expresión más eminente de la expropiación del egoísmo y, por tanto, un elemento de primer orden en la estructura espiritual del franciscano. Aunque se ha insistido tradicionalmente en la pobreza como virtud característica 'º Cf. 1 R Pról.; 1; 9; 2 R 1; Test 14-15; ParPN; CtaF; CtaO; Adm 1 y 6; FVCl; UltVol; BenBer; LP 97; etc. K. EssER: Der Orden des hl. Franziskus. Seine geistliche Gestalt und seine Aufgabe im Reiche Gottes, Werl, Dietrich Coeldc Verlag, 1952, pág. 36s. 21 Cf. F. URIBE: Strutture e specificitcL., pág. 258s.; 2 R 6; B. KLOPPENBURG: La minoridad en la Fraternidad franciscana, en CFR núm. 7 (1969) 147s. 22 Cf. Adm 2, 4; 5; 7; 8; 12; 17; 18; 19; 21; 22; 23; 28; 1 R 17; 22; 2 R 10; etcétera. 23 Cf. ParPN 2; Adm 7; Test; etc.
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