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82 F. IGLESIAS ardua y, por lo mismo, más decisiva. Era preciso sobreponerse a la máxima dificultad, naturalmente, de comprender al hombre, de aceptar al hombre, de fraternizar con el hombre. Y Francisco se vence a sí mismo, ayudado por Dios, logrando superar la suma repugnancia humana con un · gesto supremo de amor, de misericordia (es decir, de corazón totalmente· desinteresado, abierto a la miseria del prójimo), entrando en contacto con los leprosos. Francisco se deja guiar por Dios y, repitiendo con el hombre el gesto de bondad del Señor con él, hace la experiencia definitiva del amor fraterno puro, libre y liberador, como quiere el Evangelio. Algo ha saltado, hecho astillas, en el interior de Francisco. Su «pobre y salvaje . egoísmo», para decirlo con palabras de Pablo VI refiriéndose a sí, cede y se abre al hombre. 15 Es la perfecta superación de la subjetividad, en lo que ésta tiene de alienante y mezquino. No es posible imaginarse ya al hombre Francisco sin tener en cuenta esta otra dimensión fraterna, en la cual desemboca, cristianamente, su potencial humano benévolo y altruista. Con elocuente sencillez recuerda · su gozoso estupor ante el encuentro consigo mismo, identificado como otro yo, como otro hombre, con criterios, sentimientos, valores determi– nantes y puntos de interés nuevos. 16 No ha cambiado Dios, no ha cambiado el hombre. Dios será siempre «altísimo, omnipotente, buen Señor» (Cánt l; ParPN 1-2; AlD). El hombre será siempre... un leproso. Ha cambiado Francisco, ha cambiado su visión de Dios y del hombre, ha cambiado el horizonte y el sentido de su vida. Quizá el encanto misterioso de san Francisco y el legado más valioso para nuestra espiritualidad y pastoral de franciscanos está aquí: en ese encuen– tro con Dios a través del leproso, que dio vida en él al perfecto hombre evangélico, creyendo en la absoluta Bondad del Padre y ·descubriendo, ' con ojos simples y puros, la luminosidad del mundo y de todo lo que es · humano. El hombre, «primer camino de la Iglesia», como dice la Redemp 0 tor hominis,17 se hace camino fundamental para Francisco. Un ejemplo lo dirá todo. Cuando Francisco tenía unos catorce años (1195), apareció un libro titulado De contemptu mundi sive de miseriis humanae conditionis (Del desprecio del mundo o de la miseria de la con– dición humana), un auténtico bestseller durante casi cuatro siglos en el área de la espiritualidad occidental. Su autor era el famoso Cardenal Lotario dei Conti di Segni (1160-1216), tres años después Papa con el nombre de Inocencio III y muy vinculado personalmente al proyecto evan° gélico de Francisco. Este libro singular (escrito por un joven de 34/35 años) sintetiza, con una .crudeza de expresión impresionante, todo cuanto 15 Pensiero alla marte. Meditazione di Paolo VI, Libr. Ed. Vaticana 1979; cf. N. G. VAN DooRNIK: Francisco de Asís, profeta de nuestro tiempo, Santiago de Chile, Cefepal, 1978, pág. 31s. · " Cf. EN 19; L. IRIARTE: La vía de la conversión de. S. Francisco de Asís: ,,El Seiior me llevó entre los leprosos», en Sel Fran núm. 11 (1975) 181s. 17 Cf. núms. 13, 14, 21, 22; L. ANTOINE: El camino del hombre, en CFR núm. 37 (1977) 3s.
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