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REFLEXIONES SOBRE EL TESTAMENTO 33 conventos urbanos ya desde el principio. Las Crónicas de Jordán de Giano 18 y Tomás de Eccleston ofrecen detalles interesantes sobre· el respecto. En 1221 se entra de forma definitiva en Alemania, y los primeros aloja– mientos para los frailes son provisionales, en espera de que se les cons– truya otros más adecuados. En Inglaterra, aunque unos años después, en 1224, el proceso es el mismo. De ahí la diferencia de lenguaje respecto a la actitud que deben tomar los frailes frente al problema de las casas. En las Reglas se habla de no apropiación, puesto que en realidad los hermanos habitan en eremitorios o casas cedidas. El Testam.ento, por el contrario, prohíbe que las reciban si no están de acuerdo con la pobreza. Aquí se trata ya de casas e iglesias y todo lo que se construye exprofeso para ellos. Los cronistas atestiguan esta evolución en los últimos años de la vida del Santo. Queda, por último, una incógnita en lo que se refiere a «todo lo que se construye para ellos». ¿Qué se les podía construir además de las iglesias y pobres moradas? Posiblemente las casas de estudio. Celano habla, en la Vida JI, de un incidente ocurrido en Bolonia a raíz de la construcción de una casa para los frailes (2 Cel 58). No explicita de qué tipo de casa se trataba, pero hay que tener en cuenta que en Bolonia estaba la universidad de derecho. Por otra parte, la permisión a S. Antonio para que explique teología supone la permanencia de los estudiantes en un lugar adecuado. Sin pretender reducir el sen– tido de «todo lo otro que se construye» solamente a las casas de formación, es muy posible que se refiera a ellas. La actitud de Francisco respecto a este problema la podemos deducir apurando críticamente a los biógrafos. Celano refleja en unos cuantos números de la Vida JI la intransigencia del Santo frente a las casas cons– truidas sin tener en cuenta la pobreza. En uno de ellos, afirma que Francisco no quería que los hermanos habitasen en ningún lugar, por pequeño que fuese, si no se sabía con certeza que era otro el propietario. Siempre quiso que sus hijos vivieran como peregrinos, es decir, que permanecieran bajo techo ajeno y pasaran pacíficamente anhelando la patria celeste (2 Cel 59). El Espejo de Perfección dedica también algunos números a mostrar– nos la voluntad de Francisco en relación a los edificios construidos para los frailes. Sería un testimonio valiosísimo si tuviéramos la seguridad de que no han sido manipulados. No obstante, y a pesar de las reticencias con que los vemos, pueden ofrecernos algunas aclaraciones al problema (EP 5-11). La intención de Francisco es clara. Las nuevas condiciones por las que atraviesa la Fraternidad en su evolución requieren nuevos planteamientos; sin embargo, no deben convertirse en motivo de degeneración, sino que 18 Cf. el texto de la Crónica de JORDÁN DE GIANO en Sel Fran núm. 25-26 (1980) 236-268.

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