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REFLEXIONES SOBRE EL TESTAMENTO 25 normas adecuadas, la solución que proponen algunos es verosímil. Se trataría de entender el primitivo «Propósito de vida» absorbido en la Regla no bulada de 1221; es decir, que la actual 1 Regla, llamada normal– mente Regla no bulada, sería la primitiva, que se fue engrosando a medida que pasaba el tiempo y surgían nuevos problemas que pedían también normas nuevas. La afirmación sobre la primera Regla escrita se concluye con la confir– mación por parte del papa. Esta confirmación fue de palabra y, si tene– mos que hacer caso al Espejo de Perfección, promulgada más tarde en público Consistorio (EP 26). Todo esto hace sospechar del sentido de Regla dado al proyecto de vida presentado por Francisco. Los grupos de Valdenses, guiados por Durando de Huesca y Bernardo Primo, más nume– rosos y organizados que el franciscano, solamente habían conseguido del papa la aprobación de un «Propositum». De ahí que resulte extraño que el grupo de Francisco, con mucha menos gente y sin experiencia, pudiera conseguir la aprobación de una Regla con todo lo que ello suponía, por más que tuvieran buenas influencias en la Curia. Celano, en la Vida I, deja entender la actitud del papa respecto al grupo, poniendo en su boca lo siguiente: «Id con Dios, hermanos, y, como el Señor os inspire, predicad a todos la penitencia. Cuando el Señor os haga crecer en número y gracia, volved con gozo a decírmelo y os conce– deré más favores y os confiaré más importantes encargos» (1 Cel 33). Esto indica que el papa, a pesar de su confianza, estaba a la e~ectativa del resultado. Tanto es así que, ante la buena marcha de la Fraternidad, conseguirá librarla del decreto conciliar del Lateranense IV, en que se prohibía la creación de nuevas Ordenes religiosas que no tuvieran como Regla alguna de las ya aprobadas por la Iglesia. El grupo de Francisco, no obstante, conseguirá que le aprueben la Regla solamente en 1223. 12 Posiblemente, Francisco concebía la Regla como una cristalización dinámica de su proyecto de vida; por eso se preocupaba de adaptarla según las necesidades, con el fin de que en cualquier momento y circuns– tancia fuera posible vivir según la forma del santo Evangelio. De ahí que no distinga las diversas redacciones y las considere como proyecciones temporales de una misma y sola Regla: la Regla que, apenas esbozada, se apresura a presentar al papa para asegurarse de que su intuición, el modo de vida revelado por el Señor, no es ninguna sugestión o capricho, sino que puede y debe vivirse dentro de la Iglesia. La aprobación de su modo de vida como un vivir eclesial le permite aceptar, ya sin miedo, a los hermanos que vienen a recibir la vida. La descripción de la primitiva Fraternidad, con su uniforme y su oficio, plantea el problema de la autoconsciencia de Francisco y su grupo como Orden propiamente dicha ya desde los orígenes. ¿Tan claro lo tuvo 12 Cf. J. M. PoWELL: El papado y los primeros franciscanos, en Sel Fran núm. 23 (1979) 265-276.

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