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18 J. MICÓ En la Carta a los Custodios les pide también que supliquen a los clé– rigos que sobre todas las cosas deben venerar el santísimo cuer,po y sangre del Señor nuestro Jesucristo. Y si en algún lugar el santísimo cuerpo del Señor estuviese colocado muy pobremente, sea puesto y guardado, según lo manda la Iglesia, en un lugar precioso (lCtaCus 4). Esta Carta no estaba dirigida exclusivamente a los frailes, pues en otra dice a los Custodios que «aquella carta que trata del santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor se la déis a los obispos y a otros clérigos» (2CtaCus 4). Francisco es consciente de que su encuentro salvífica con el Señor se realiza de forma especial en el sacramento de la eucaristía, por eso no teme rogar a sus frailes, besándoles los pies y con todo el amor de que es capaz, que muestren toda la reverencia y honor que puedan al santísimo cuerpo y sangre del Señor (CtaO 11). La fe de Francisco y sus hermanos tiene como centro la devoción a la eucaristía. El Santo no especula sobre el misterio, sino que lo vive y lo expresa en formas sensibles y llanas, anulando, incluso, la miseria con que acompañaba su pobreza, para que el Señor esté en lugares «preciosos». A través de sus escritos eucarísticos, Francisco había expresado su devoción con profusión de detalles. Ahora, en el Testamento, proclama por última vez, y con una simplicidad y transparencia inigualables, aquello que ha sido su obsesión y su fuerza durante toda su vida. Los NOMBRES Y PALABRAS DEL SEÑOR Juntamente con la eucaristía, su reverencia se muestra también hacia los nombres y palabras escritas del Señor. Esta unión de palabra y sacra– mento no es fortuita sino intencionada. En la Carta a los clérigos, comienza ya haciendo notar el gran pecado e ignorancia de algunos sobre el santísimo cuerpo del Señor nuestro Jesucristo y sus sagrados nombres y palabras escritas que santifican el cuerpo... Pues nada tenemos ni vemos corporalmente en este mundo del mismo Altísimo sino su cuerpo y sangre, nombres y palabras por las que hemos sido hechos y trasladados de la muerte a la vida (CtaCle 1-3). -Esta misma idea aparece en la Carta I a los Custodios, donde se les pide que rueguen a los frailes venerar sobre todas las cosas el santísimo cuerpo y sangre del Señor y sus santos nombres y palabras escritas que santifican el cuerpo (lCtaCus 2). ¿Qué quiere decir Francisco con estos términos «nombres» y «pala– bras escritas» del Señor? Las «palabras del Señor escritas» podrían iden– tificarse de un modo general con los textos litúrgicos, es decir, con el leccionario, que contiene la Escritura, y los libros empleados en las fun– ciones litúrgicas. Así lo da a entender la Carta a toda la Orden, cuando dice a los frailes que deben guardar los vasos y los demás objetos que sirven para los oficios y que contienen sus santas palabras (CtaO 34). El significado del término es variado. En primer lugar están las «pala– bras» que los clérigos dicen, anuncian y administran (2CtaF 34; Test 13);
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