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REFLEXIONES SOBRE EL TESTAMENTO 15 de los fieles a las misas de los sacerdotes escandalosos. No obstante, los Concilios habían afirmado siempre que el poder de consagrar reside única– mente en los sacerdotes. Ante este peligroso paso, por parte de los herejes, del desprecio de la persona a la negación del poder, Francisco no quiere caer en la misma simpleza y, para salvar el poder, defiende la persona. Su tiempo y su sensibilidad le exigían «visibilizar» los valores, por eso necesita del sacer– dote para que le haga presente lo único «corporal» que ve del Señor en este mundo, su cuerpo y sangre. La «visualización» de los sacramentos es típica en la fe de la Edad Media, sobre todo con relación a la eucaristía. A finales del siglo XII y principios del XIII, se va extendiendo la costumbre de la elevación con el fin de que los fieles puedan adorar la hostia. Este deseo de ver la hostia degeneró en algunas partes hasta el abuso. El que ve la hostia, se decía, no muere de repente ese día, ni puede faltarle lo necesario para vivir, ni hace falta que comulgue, pues tiene el mismo mérito; por lo que algunos se salían de la iglesia para asistir a otras elevaciones. En algunos casos, cuando el sacerdote no levantaba suficientemente la hostia, se oía una voz: ¡Más alto! ¡Levántela más! E incluso se subían a los bancos. Sin llegar a tales extremos, esta devoción visualizada se daba también en las personas piadosas. De María de Oignies se narra que, ante la im– posibilidad de comulgar diariamente, pedía al sacerdote celebrante que dejara por unos instantes el cáliz vacío sobre el altar, para que a su vista pudiera apagar la sed de recibirlo.7 En este ambiente aparece la fiesta del Corpus Christi. Y es que para los fieles del siglo XII Cristo solamente estaba «presente» corporalmente en las especies sacramentales. Es una fe eucarística combativa contra la corriente berengariana. Los seguidores de Berengario de Tours habían abusado de las palabras «sacramentum», «figura», «mysterium», «corpus mysticum», que designaban tradicional– mente la eucaristía, para negar la realidad objetiva del cuerpo de Cristo en las especies consagradas. En contraposición, los católicos multiplicaron las fórmulas categóricas «verdadero cuerpo», «verdadera carne», «verda– dera sangre» ... , adjetivo muy usado por Francisco. Cuando el Santo habla de «ver» el cuerpo y la sangre del Señor, ¿se refiere a esa mirada que se hace con los ojos o quiere expresar algo más profundo? Esta necesidad de «ver» no deja de ser una paradoja en los últimos años de Francisco en que, debido a la enfermedad, ha quedado ciego. ¿ O es precisamente por esto por lo que recurre a la visualización del sacramento, queriendo indicar que su «ver» es más profundo que el que le pudieran ofrecer sus ojos ya ciegos? 7 Cf. Acta Sanctorum, Junii V, 568 B. Sobre la devoción de Francisco a la eucaristía puede verse el trabajo de B. CoRNET: Le «De Reverentia Corporis Do– mini» ... , en Etudes Franciscaines 6 (1955) 65-91, 167-180; 7 (1956) 20-35, 155-171; 8 (1957) 33-58. O. ScHMUCKI: El anuncio del misterio eucarístico de S. Francisco, ejemplo para la piedad y la predicación eucarísticas de sus hijos, en Sel Fran núm. 17 (1977) 188-199.
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