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402 P. Alejandro de Villalmonte, O. F. M. Cap. plitud del concepto de Iglesia, tal como este se nos ofrece en las fuentes de la revelación. La maternidad espiritual de Ma– ría se extiende, obviamente, a los hombres. Y no se puede ha– blar de una maternidad o influjo sobrenatural cualquiera de María en los seres angélicos, sino en la medida en que estos tengan relación y estén incorporados, de alguna manera, a nuestra actual economía de salvación y formen una Iglesia con nosotros. Porque « para nosotros, los hombres, y para nuestra salvación », envió Dios a Jesucristo y a María. En consecuencia, también el misterio de Cristo viene a ser esclarecido en este estudio. Según tendremos ocasión de ver, la tradición teológica estudia continuamente las relacio– nes de María y los ángeles, a base de las relaciones de Cristo con los espíritus angélicos y en analogía con estas relaciones. Por tanto, uno de los fundamentos de nuestra investigación será este: determinar, en la forma más concreta posible, las relaciones de los ángeles con el misterio de Cristo : en qué sentido, intensidad y amplitud Cristo es cabeza y regenerador espiritual de los espíritus celestiales. Porque, en forma aná– loga y proporcional, María será también causa, principio de la vida sobrenatural de los ángeles. , Además de lo que acabamos de indicar, ha y otras bases seguras para una investigación teológica seria y científica so– bre las relaciones entre .lt.:f aría y los ángeles. Las señalamos ya desde ahora. Es de sobra conocido el hecho de que una de las ideas impulsoras del progreso de la Mariología ha sido constante– mente el llamado « principio de analogía», de María con Cris– to. Dentro de la analogía de la fe, y con la debida propor– ción y sobriedad, se plantean sobre María los mismos proble– mas y se ofrecen soluciones similares, se le atribuyen privi– legios y excelencias análogos a los de su Hijo. Ahora bien, el problema de las relaciones de Cristo con los ángeles se en– cuentra reiterada y expresamente aludido en las fuentes de la revelación. Y también resuelto en sus líneas generales. Este hecho ya es una invitación, al par que ofrece una base obje– tiva para plantear cuestiones similares en torno a María y los ángeles. Sin duda se apoyaron en esta base objetiva los teólogos

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