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436 P. Alejandro de Villalmonte, O. F. M. Cap. en el que la recibe. También en los ángeles es así: reciben toda gracia de Cristo, para Cristo y con la virtualidad interna de re– producir en ellos la vida de Cristo Hijo de Dios. Desde el mo– mento en que toda esta gracia se les comunica también por acción de María, no hay dificultad en afirmar que la acción de María sea realmente <e acción maternal ii, respecto de los ángeles. e) Los elenientos morales de la maternidad son: libre consentimiento, el amor y cuidado maternal sobre los seres a quienes se ha dado vida. El modo concreto cómo todo esto tenga lugar en María respecto de los ángeles, escapa a nuestra investigación hmnana. Para la afirmación general de que estos elementos de la maternidad se encuentran en María respecto de los ángeles, no hay dificultad teológica importante. María conoció por revelación la misión maternal a que Dios le destinaba en nuestra Iglesia y dió su consentimiento. Lo mismo aconteció respecto a su maternidad en la Iglesia angé– lica. Y el amor y cuidado que ejerza sobre los ángeles, será del todo similar al que ejerce sobre los santos del cielo. En la medida que tales cosas sean realizables en la gloria. d) No obsta la diferencia específica natural entre la Ma– dre-María y los hijos, los ángeles. Porque se trata de expresar realidades sobrenaturales. Y en el plano de una << ontología sobrenatural)), María, los ángeles, los hombres, convenimos en la misma « categoría ii de creaturas racionales elegidas para glorificar a Dios en Cristo. En el caso no cuenta la dife– rencia específica << natural i> entre María y los ángeles. Como, en sentido inverso, lo «natural)) no cuenta cuando se habla de Cristo. El cual, por su humanidad, es de nuestra raza ada– mítica; pero como << ser sobrenatural ii pertenece a un orden transcendente, cualitativamente superior: al orden divino de la unión hipostática. Como conclusión hay que afirmar: que María ha de ser llamada madre espúitual de los ángeles en un sentido tan lle– no, amplio e intenso, como es llamada << madre de los hom– bres i>. Los principios fundamentales para afirmar ambas formas de maternidad espiritual son los mismos: Maternidad divina
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