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43º P. Alejandro de Villalmonte, O. F. M. Cap. universo (material y espiritual), la primera elevación del hom– bre al orden sobrenatural, pertenecen a otra· economía divina de salvación, que quedó estinguida, cancelada e impraticable por el pecado original. Pero Dios, a pesar del pecado, en su infinita misericordia, encontró una solución: instaurar otra nueva economía de salvación en Cristo, no previsto en la an– terior. Como se ve, todos los datos o realidades sobrenaturales que de hecho actúan en la presente historia sagrada, no for– man un plan único y continuo. La rotura es definitiva y esen– cial. En un primer plano, sobre todo, no entraba Cristo como mediador de la salud. En el segundo, instaurado después del pecado y como consecuencia de él, entra Cristo como camino de salvación. Ahora bien, una economía de salvación en la que entra Cristo y otra en la que no entra Cristo, son dos economías de salud esencialmente distintas. A menos que la intervención de Cristo la demos un carácter puramente episódico y acci– dental. Afirmación contraria a lo que Cristo es y significa en la historia sagrada. La unión hipostática es una realidad sobre– natural de mayor perfección ontológica que cualquier otra rea– lidad conocida por nosotros. Por tanto, en cualquier plan di– vino de salvación donde esté presente Cristo lo modifica sus– tancialmente y lo concentra hacia sí en forma absorbente, como principio y cabeza, como causa originaria. De lo con– trario Cristo nunca podría estar presente allí. La única posición aceptable en este punto es reafirmar la unidad-unicidad-continuidad del plan divino de salud esbo– zado en la Biblia: Cristo como fuente originaria de toda la salud que Dios quiere dar al mundo. Y luego el universo en– tero: material, humano, angélico; en todas las etapas de su historia sagrada y en su doble dimensión sobrenatural y na– tural, todo ello iniciado en Cristo, sustentado por su influencia y consumado en él. Los tres principios teológicos que hemos examinado en esta sección, hay que estudiarlos y explicarlos en constante compenetración de unos con otros. Se les encuentra siempre compresentes el uno en el otro: El primado de Cristo-María y la capitalidad de ambos sobre la creación entera, son la ga-

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