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María y los ángeles tos sagrados; ni tampoco de una ordenación exigida y con– feccionada según una perspectiva natural-filosófica, que se fundase en el ser natural de las realidades allí ordenadas. Se trata de una visión estrictamente sobrenatural, lograda desde nuestra situación de cristianos, desde la visión del mundo que como teólogos nos corresponde. En ella se ordenan las reali– dades según su dignidad-valor-categoría religioso-sobrenatu– ral. Las cosas son vistas desde Dios y no desde sí mismas. b) La unidad-continuidad de este plan divino de salva– ción, es otra de las ideas que es necesario subrayar. Esta uni– dad-continuidad perfecta parece que no está dicha en ninguna parte de la Sagrada Escritura; pero se supone constantemente, especialmente en los pasajes donde el plan divino de salvación es aludido en forma más concreta. Para San Pablo, sobre to– do, Dios Padre tiene, desde la eternidad, el designio decidido de salvar a todos los hmnbres en Cristo, en su muerte-resurrec– ción. Todo el plan divino parte de esta idea básica: la glori– ficación del Padre lograda en Cristo y por los caminos concre– tos que luego vemos van siendo marcados por la acción divina en la historia de salud. Etapas de este único plan en Cristo y hacia Cristo, son: la creación y elevación del hombre, la per– misión del pecado, el tiempo de espera y preparación en el AT, entrada de Cristo en el mundo y su obra en él; continuación de la obra de Cristo en la Iglesia y espectación de la parusía; segunda venida del Señor y consumación, cuando todo sea reintegrado por Cristo al Padre. Por consiguiente, hay que desechar como contrario a los mismos datos bíblicos, el intento de romper la unicidad, uni– dad y continuidad del plan divino de salvación que desde la eternidad se inicia en Cristo. Algunos teólogos, al interpretar los datos revelados, los acontecimientos fundamentales de la historia de la salud, rompen esta unicidad y continuidad del plan divino cuando proponen: nuestra actiuil economía de salvación, la historia actual de nuestra salud, tiene como punto de partida el pecado de Adán. Sería un resultado de la reacción, que ante la justi– cia y misericordia de Dios, produce el pecado: renovación a fondo, esencial, en el plan divino de salvación. La creación del

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