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Origen fü:I dogma de la virginidad de María 29 judío de Palestina. Relativamente pronto se encontró un traductor griego de la narración, para abrirle más amplia difusión por medio de una lengua mundial. Algunos ligeros retoques pudo poner el tra– ductor de su mano, pero serían ligeros. Lucas, al ir recogiendo mate– rial para su Evangelio encontró esta narración y la incorporó, casi sin cambiar nada en su obra"". Así, pues, desde la actual redacción de Lucas somos referidos a una primera redacción palestinense del hecho de la concepción vir– ginal. Y ¿qué fuentes utilizó el primer redactor hebreo para la com– posición de su historia? Y en este momento no hay otra posibilidad que la de referirse al testimonio oral de los testigos inmediatos. 2. María como testigo inmediato.~Recogiendo la noticia desde su primera aparición tenemos que decir: el único testigo inmediato y realmente autorizado para hablar del hecho histórico de la concep– ción virginal, es María. Ella fué la primera que llegó a la seguridad completa de lo que hemos llamado hecho histórico germinal: el en– contrarse ella en estado y dar a luz un Niño sin concurso de varón. La seguridad sobre este hecho originario la adquirió María experi– mentalmente. Pero al mismo tiempo fué necesaria una revelación di– vina que le asegurase del origen y sentido enteramente sobrenatural de lo que Ella experimentaba. Esta revelación pudo ser puramente interna, o también adquirir la forma externa y escenificada con que la presenta San Lucas. Mediante la revelación divina la seguridad natural del hecho adquirió en María la certidumbre, dignidad y valor de un acto de fe sobrenatural. La forma cómo la noticia del hecho pasó desde María a la Comu– nidad y desde aquí a ser redactada no se puede reconstruir sino en forma conjetural. Podríamos resumir el pensamiento de Gaechter en este punto: María no pudo contar el misterio más que en un círculo muy íntimo de piadosas mujeres. Antes de la muerte del Señor es muy difícil que el secreto trascendiese más allá de María, su madre, Isabel y alguna otra mujer de absoluta intimidad. Hasta después de la muerte de Ma– ría es muy poco probable que el secreto se divulgase en la Comuni– dad cristiana. De todas formas, el primer escritor que redactó estos hechos tomaría su informe inmediatamente de la boca de María, o al menos de aquellas de sus íntimas que lo recibieron en primer térmi– no. El relato de la Anunciación conserva una delicadeza, recato y finu- 26. Ibid., pg. 25. La pa.rte de Le. e11 la redacc:ón, pg. 25-28.

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