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Origen del dogma de la virginidad de María 21 Isaac, Sansón, Samuel. El judaísmo palestinense reafirma esta idea de la maravillosa intervención de Dios, pero no va más lejos; por ejemplo, no se llega a la exclusión del varón ni se insinúa nada sobre la virginidad de la madre. En cambio, el judaísmo helenista, bajo la versión que los LXX hacen de Is. 7, 14 y por influencia de las ideas griegas, llegan a la idea de una concepción maravillosa por obra del espíritu de Dios en el seno de una virgen. Los cristianos, se dice, no pudieron menos de atribuir este origen maravilloso a su Me– sías, colocando así los cimientos para todo ulterior desarrollo del dogma de la virginidad de María. Sin embargo, el recurso al pensamiento viejotestamentario no ex– ;plica el dogma de la virginidad de María en su contenido específico. Para un judío ortodoxo, palestinense, los relatos viejotestamenta– rios sobre el origen maravilloso de grandes hombres no dicen ni pueden decir más que esto: resaltan el señorío de Dios sobre los aconte– cimientos, sobre la vida de los hombres; su acción providencial en el mundo y en el gobierno del pueblo. Cualquier acercamiento real de Dios a una mujer sería abominación para un judío. Igualmente, cuando Dios se acuerda de Sara o de cualquier otra mujer, es única– mente para quitarla su esterilidad, a fin de que el hijo se lograse por los medios normales, apartado por Dios el impedimento. Descartar al padre humano en esta obra de la generación de un hijo resulta im– pensable para un judío. En la misma medida es imposible encontrar en el Antiguo Testamento ni en el judaísmo palestinense la idea de una madre-virgen. El matrimonio es algo sagrado para un israelita. Cualquier glorificación de virginidad frente al matrimonio está fuera de lugar en el Antiguo Testamento. La dificultad crece de punto cuando se habla del 01igen del Mesías: no podía pensar un judío que el Mesías, «pimpollo que retoña de las raíces de Jesé,,, hijo de David, pudiera entrar en la historia del pueblo si no es por las vías normales del matrimonio y de la generación natural. El recurso a la interpretación de Is. 7,14 tampoco es eficaz. Los ju– díos palestinenses no conocían ni podían conocer la idea de que allí se hablase de la madre virginal del Emmanuel. La interpretación del texto de Isaías que parecen insinuar los LXX en su versión, era nue– va e inaudita para ellos. Si se quiere ha,blar de los judíos helenistas, cierto que conocían la versión de los LXX; pero aun así la idea del nacimiento virginal del Mesías quedó desconocida para ellos según tendremos ocasión de ver más adelante 18 • 18. SCHMID: Das Evang. nach Lk., pg. 41, 43.
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