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LA «CARTA AL EMPERADOR» DE FR. T. DE BENA\IE:NTE MOTOLINIA 107 J. F. Ramírez ha interpretado las diferencias entre Motolinía y Las Casas como la manifestación de una disensión permanente entre dos ór– denes religiosas, franciscanos y dominicos, que han defendido opiniones enfrentadas «por espíritu de cuerpo». En América, mientras Las Casas «enarbolando la cruz como única bandera y como único medio de civili– zación, proclamó la libertad de los indios y condenó el empleo de la fuer– za... deducía que las encomiendas, los repartimentos y todos los otros medios inventados por el interés para forzar el trabajo de los indios, eran injustos, ilegítimos y pecaminosos», los franciscanos siguieron ,¡una opi– nión media que tendía a conciliar la catequización con la conquista, y el bienestar de los indios con los intereses de los conquistadores» 61 • Y, curiosamente, si bien la obra de J. F. Ramírez se titula y es una «Vida de Fray Toribio Motolinía», se hace paralelamente una defensa de Las Casas, ya que el franciscano arrojó «sobre la más luciente página de la historia de aquel héroe de la caridad cristiana un borrón tan atezado y escurridizo, que podria manchar aún a la misma pluma que impruden– temente lo soltó» 62 • En esta misma línea de condena de Motolinía se encuentran las palas bras de Manuel José Quintana al escribir: «Probablemente debajo de aquel sayal roto y grosero, y en aquel cuerpo austero y penitente se es– condía un alma atrevida, soberbia, y aun envidiosa tal vez. A lo ·menos la hostilidad contra el obispo de Chiapa presenta estos odiosos carac– teres» 63 • Nos parece que opiniones como éstas parten, en gran medida, de pre– supuestos que no están suficientemente fundados o dan una importancia excesiva a los incidentes protagonizados por Motolinía y Las Casas. El •Carta al Emperador» que podrían dejar traslucir algo de ese posible milenarismo serían: «Porque dice el Señor será predicado este Evangelio en todo el universo antes de la consumación del mundo. Pues a V. M. conviene de oficio darse priesa que se predique el santo Evangelio por todas estas tierras» (p. 70). M. Andrés Martín, en artículo 'La espiritualidad de los Doce' (Congr(!so Fran– ciscanos extremeños en el Nuevo Mundo. Actas y estudios, Monasterio de Santa María de Guadalupe 1986, 367-93), termina diciendo en la p. 388: •A mí no me satisfacen muchas explicaciones sobre la llamada utopía de los franciscanos españoles de Nueva España. Están hechas con frecuencia de espaldas a la antropología y espiritualidad de los mismos. ¿ Vivían mirando a Joaquín de Fiore, a los apocaliptismos de la época, a Erasmo, a Tomás Moro como a preocupación especial? Nada de esto aparece de modo importante en la Historia de los Indios de Nueva España de Motolinía, autén– tico poema heroico de la evangelización. Aquellos franciscanos construían desde dentro de la vida del indio y del mandato de vivir la vida evangélica y apostólica al modo de las provincias de los Angeles, San Gabriel y la Piedad, las tres total o parcialmente extremeñas•. , Y tiene mucha razón M. Andrés cuando se estudian las reformas de la orden o el origen de la descalcez, tal como puede verse en las historias. franciscanas y para el caso concreto que nos interesa los estudios aparecidos en Archivo Ibero– americano XVII (1957) 17-945 y XXII (1962) 15-161. Más que una idea milenarista habría que ver una idea providencialista.. 61 J. F. Ramírez, op. cit., 32-33. A esta misma opinión se apuntan otros autores, como J. M. Gallegos Rocafull, El pensamiento mexicano en tos siglios XVI y XVll (México 1974) 57-59. 62 J. F, Ramírez, op. cit., 28. 63 !bid., 185. Pueden verse a este propósito las acertadas palabras de S. Alvarez Turienzo, 'Discordia en la ética del Descubrimiento y Conqµista americanos', en Actas del IV Seminario de Historia de la Ftiosofta Española (Salamanca 1986) 31-33.

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