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260 Enrique Rivera bendito» 11 • Por su parte T. de Celano, hacia el final de su Vida primera hace esta reflexión ante las llagas del Santo: «¡Oh don singular, señal del privilegio del amor: que el caballero venga adornado con las mismas armas de gloria que por su excelsa dignidad corresponden únicamente al Rey!» 12 • 2. Cristo compmiero en el itinerario ascensional de Francisco A esta primera experiencia de Francisco ante Cristo, al que declara su modelo, sigue la ulterior vivencia de sentirlo a su lado como potente compmiero, que le facilita su ascensión al Padre. Una convivencia entrañable anudaba ambas vidas. Celano, con acento admirativo la describe en estos términos: «¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús . d . b 11 presente siempre en to os sus m1em ros» ·. De modo más sencillo, en su lenguaje tan natural, recuerda Francisco a todos los cristianos la presencia de Jesús en medio de ellos. En su primera Admonición comenta los misterios convivenciales de la Encarnación y de la Eucaristía. En la Encamación el Hijo de Dios deja su sede real para venir a hacerse hombre en las entrañas de María e iniciar, con este descenso, su convivencia con el hombre. En la Eucaristía Jesús desciende, a su vez, del seno del Padre a las manos del sacerdote. De tal suerte que a los apóstoles se mostró en su verdadera carne como ahora se manifiesta en el sagrado pan. Y así como los apóstoles veían sólo la carne, pero creían contemplar en Jesús al mismo Dios, del mismo modo, «viendo nosotros el pan y el vino con los ojos corporales, vemos y creemos firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre, vivo y verdadero». Francisco concluye este su espiritual razonamiento con esta afirmación que viene aquí tan de propósito: «Y de esta manera está siempre Jesús con sus fieles, como él mismo dice; «Ved que estoy con vosotros hasta la consumación del siglo» (Mt 28, 20) 14 • 3. Francisco en intimidad con Cristo hacia el Padre En verdad Cristo fue en la experiencia de Francisco su modelo y el compaliero de su itinerario espiritual. Pero una reflexión ulterior advierte que 11 Las Florecillas de San Francisco, cap. I (B.A. C., 800). 12 I Cel., n. 114 (B.A.C., 211). 13 / Ce/., n. 115 (B.A.C., 213). 14 Adnwnitiones, cap. !: De cmpore Domini, en Opuscula..., 59-62.

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