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Ascenso vivencia! de san Francisco 287 religiosas... , pobres y necesitados, reyes y príncipes, obreros y agricultores, siervos y señores, vírgenes, continentes y casados, laicos - tanto hombres como mujeres -, niños, adolescentes, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos... A todos ellos, llamados por Dios a la vida evangélica, piden Francisco y sus h 1 · · 74 ermanos menores que perseveren en a pemtencia» . De tan evangélica exhortación dos notas son dignas de especial relieve. La primera declara de modo realista cuál debe ser la misión apostólica del hermano menor en seguimiento de Francisco: predicar a todos, absolutamente a todos, sin distinción alguna, el camino de la penitencia, propuesto por el Evangelio. La segunda inserta la acción franciscana dentro de la Iglesia, a la que Francisco declara carismáticamente, santa, católica y apostólica. La contempla en este momento en su más excelsa misión: ser el hogar de las almas que caminan hacia el Padre. Gran hondura adquiere entonces, dentro de la breve fórmula de Francisco: «intra sanctam Ecclesiam... », la partícula «intra». Evoca este vocablo las fórmulas más carismáticas que la Iglesia ha recibido a lo largo de los siglos, desde las teológicamente fundamentales de San Pablo. De hecho «intra Ecclesiam» las almas más elevadas en santidad han sentido el decisivo estímulo que las impulsaba a seguir siempre adelante en los caminos de Dios. Después de tan incitante exhortación vuelve Francisco a su «mysterium laudis». Y pide a las almas fieles que al Señor, tres veces bueno, que es la suma Bondad, «amen, honren, adoren, sirvan, alaben y bendigan, glorifiquen y enaltezcan, engrandezcan y den gracias por ser altísimo y sumo Dios eterno, trinidad y unidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo» 75 . En este texto preclaro de Francisco se advierte que su ascenso admirable, desde su respuesta a la llamada de Cristo hasta su comunión filial con el Padre, culmina en la Trinidad, a la que tanto veneró el Santo. Con todo, se ha de tener muy presente que la benevolencia de ésta hacia el hombre la contempla Francisco en el Padre como en su fuente original. En el pórtico del citado cap. XXIII de la Rnb se dirige una vez más al que llama, con el evangelista Juan, Pater sancte, para darle gracias por su benéfica voluntad. Esta voluntad del Padre, por su Hijo con el Espíritu Santo, creó todas las cosas espirituales y materiales, y al hombre lo hizo a su imagen y semejanza. Pero caímos por nuestra culpa. Esto nos obliga a un ulterior hacimiento de gracias al Padre, porque, si por su Hijo nos creó, a este mismo 74 O. c., n. 7, 290-291. 75 O. c., n. 11, 292.

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