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Ascenso vivencia! de san Francisco 285 vivencia del misterio de la Iglesia como carisma. Dos quisiéramos ponderar brevemente en línea con la trayectoria de esta intencionada reflexión. El primero se halla en la Carta segunda a los Fieles (EpFid II). Para autorizados franciscanistas esta Carta viene a ser un programa primero de la Orden Tercera. De notar que en este programa se da una honda referencia a la Iglesia como carisma, pues la Orden Tercera surge en la Iglesia como un histórico florón de su alta espiritualidad. Así lo hacen ver Las Florecillas con el relato de la predicación de Francisco en la aldea de Cannara. Todos le quieren seguir. A Francisco le viene entonces la idea de dar cauce a aquel fervor religioso del pueblo cristiano con la fundación de la Tercera Orden 68 • San Buenaventura refrenda el informe de Las Florecillas con este atestado: «Numerosas personas, inflamadas por el fuego de su predicación (la de Francisco), se comprometían a las nuevas normas de penitencia, según la forma recibida del varón de Dios. Dicho modo de vida el siervo de Cristo determinó se llamara Orden de Hermanos de Penitencia» 69 • Los múltiples santos de esta orden son testimonio viviente de que la Orden Tercera nació y ha vivido a lo largo de los siglos en lo más entrañable de la Iglesia como carisma de santidad. Dentro, pues, de la Iglesia carismática hay que leer la mencionada Carta a los Fieles de San Francisco. En un pasaje de la misma recomienda que no tenemos que ser sabios y prudentes según la carne, sino, más bien, sencillos, humildes y puros. Y después de otras ulteriores recomendaciones concluye: «Y sobre todos aquellos y aquellas que cumplan estas cosas y perseveren hasta el fin, se posará sobre ellos el Espíritu del Señor, que hará en ellos habitación y morada (cf. Jn 14, 23). Y serán hijos del Padre celestial (cf. Mt 5 70 4, 4_ )» . Por cuenta propia hemos subrayado el inciso «todos aquellos y aquellas». Nos parece que este breve inciso hace patente la santa revolución religiosa operada por San Francisco con su Orden Tercera. Hasta entonces, como tema ambiental al margen de preclaras excepciones, la santidad parecía privativa del monje por vocación y del clérigo por exigencia de su misión sacral. Francisco piensa que todo cristiano, por serlo, lleva en sí un germen de santidad. Esta santidad en los laicos y para los laicos es la santa revolución de la Orden Tercera de San Francisco, hogar de santidad a lo largo de los siglos. 68 I.as Florecillas, cap. XVI (B.A.C., 829). 69 Legenda Maior, IV, 6 (B.A.C., 401). 70 EpFid 11, n. 48-49, en Opuscu/a..., 122.

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