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274 Enrique Rivera leerse, porque el «tú» es extraño a toda metafísica radicalmente impersonalista. Lo contrario acaece con el pensamiento bíblico, en el que los atributos más abstractos de Dios entran a formar parte de la comunión dialógica de Dios con el hombre. En este clima mental de comunión dialógica con Dios vive y habla el alma seráfica de Francisco, cuando por 24 veces, en menos de veinte líneas, pronuncia el «tu», dirigido al Padre en sus Laudes De1 4 '. Place anotar que este tuteo metafísico-teológico del afecto filial de Francisco se haga sentir en la gran metafísica-teológica de nuestros días, después de largos siglos de aridez intelectual en las meditaciones cristianas sobre Dios. Urs von Balthasar, en su aportación a la obra colectiva Mysterium salutis, describe en delicadas expresiones el tránsito del tú humano al tú divino. Expone cómo el niño entra en coloquio con el primer tú humano, su madre. Un primer rayo de luz brilla en este primer momento en el que el «yo» se abre al «tú». Incluye en sí una irradiación tan prometedora que en su ascensión hacia lo alto culmina en el abrazo del alma mística con el Tú, que es su Dios. Ante este hecho tan feliz de la vida humana el gran teólogo comenta: «Sólo el Cristianismo explicita suficientemente aquello que se halla implícito en la primera experiencia existencial del despertar del espíritu: ser y amar son coextensivos» 45 . Ha de entenderse esta unidad entre el ser y el amor, añadimos como comentario al teólogo, a lo largo de la creciente abertura humana, desde la sonrisa del lactante con la madre hasta el último encuentro con Dios. Esta iluminada reflexión de U. v. Balthasar la he podido leer igualmente en unas páginas sugestivas, serias y profundas, del conocido pensador español, P. Laín Entralgo. En su Teoría y realidad del otro dedica un largo capítulo a las formas del encuentro. Dos queremos mentar aquí: el primer encuentro infantil, al que llama sonrisa virgiliana, por haberlo plasmado Virgilio en este idílico verso: «... incipe, parve puer, risu cognoscere matrem»; el definitivo encuentro con Dios, a quien el alma habla con el l . l T ,46 co oqma u . 44 Damos algunas líneas del confiado balbuceo de Francisco ante el Padre: «... tu es pulchritudo, tu es mansuetudo, tu es securitas, tu es quietas, tu es gaudium, tu es spes nostra et laetitia, tu es iusti– tia, tu es tamperantia, tu es omnia divitio nostra ad sufficientiam... » (Opuscula..., 90). 45 II. lJ. VON BALTHASAR, El camino de acceso a la realidad de Dios, en Mysterium salutis (in– forme bibliográfico en nota40): Del tú humano al tú divino, II-I, 41-47; el texto citado, en p. 43. 46 P. LAfN ENTR>\LGO, Teoría y realidad del otro, Revista de Occidente, Mad1id 1961, II: Otre– dady projimidad, cap. IV: Fomws del encuentro, 115-196.

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