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Ascenso vivencia! de san Francisco 273 Juan, 17,11, y une a este título el de «rex caeli et terrae», del evangelio de San Mateo, 11,25. Orlan al Pater sancte multitud de atributos: un resumen de cuanto la teología ha pensado sobre Dios y cuanto la experiencia cristiana ha gustado sobre Él. Una primera lectura advierte que estas Laudes Dei, cantadas por Francisco, tienen exclusivamente un sentido laudatorio. Francisco se complace en que Dios sea lo que es. Y le alaba por serlo. La oración suplicatoria, con peticiones determinadas, tan frecuente en los momentos penosos de la vida de Francisco, aquí no se halla presente. Ha quedado en los altibajos de las inquietudes diarias. En esta cumbre mística sólo tiene una única preocupación: cantar a Dios por lo que es en sí: por lo que ha sido para con nosotros. Una reflexión ulterior trae a la mente lo del personalismo e impersonalismo de las grandes metafísicas, tema presente en la citada obra de Z. Alszeghy, punto de partida de esta reflexión. Puede advertirse el contraste entre personalismo e impersonalismo en el bíblico Ego sum qui sum (Ex 4, 14), con el que Dios habla con su pueblo, para prometerle perenne fidelidad 43 , frente al celebrado Motor lmmobilis de Aristóteles, con el que este filósofo quiso designar al Ser Supremo, pero con el que nadie ha podido dialogar ni dirigirle una plegaria, según reiteradamente se ha dicho. Temas de esta altura metafísica no han pasado por la mente de Francisco. Mas lo notable del caso es que, en la experiencia mística de las Ludes Dei ha vivido intensamente estas dos mentalidades bajo el signo exclusivo de lo personal. En relación personal, con nota de filiación, venera y ensalza a su Padre celeste. En tomo a Él admira y canta todas las perfecciones de Dios, sobre las que han razonado tan ampliamente los máximos doctores cristianos. Hasta el Motor Inmóvil, al que no menta, queda inserto en esta experiencia personal de Francisco. Más aun: personaliza los fríos neutros honum, omne bonum, totum bonum, haciéndoles preceder el coloquial «tu es». Nunca se lee en la filosofía clásica que se hallen unidos el personalista «tu» y el neutro «bonum». Hay que declarar que esto no puede 43 Por un quid pro quo, de los más señalados en la historia de las ideas, los doctores c1istianos de la Edad Media interpretaron el «ego sum qui .mm» de la Vulgata desde el concepto de ser de la me– tafísica clásica. Esto dio origen a una gran metafísica cristiana, poco sensible al pensamiento bíblico: la verdad como fidelidad frente al pensamiento griego - la verdad en relación con el ser. Esta prefe– rencia por la metafísica del ser se hace patente en la plegaria del Beato Escoto, al iniciar su reflexión sobre Dios en De prinw principio. Esta plegaria se da posteriom1ente en el texto de este estudio a propósito de otro tema importante.

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