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272 Enrique Rivera contemplar la Belleza eterna, inmutable y esencial. El largo discurso de Diótima San Agustín lo resume en las cuatro palabras centrales de su sentencia. En ellas su genio sintetiza la gran visión de la Belleza, propuesta por Platón, con ingente influjo que llega hasta nuestros grandes místicos cristianos. Ahora bien: a ambos lados de la síntesis de lo que pensó Platón sobre la belleza, Agustín se aleja del platonismo al repetir por dos veces: Sero te amavi. Agustín entra aquí en diálogo con la Belleza eterna, para tratarla de TÚ, en un increíble coloquio metafísico. Algo impensable en el mundo clásico. Pues bien: ante este hecho histórico hay que afirmar que Agustín no aprendió del platonismo a dialogar con la Belleza eterna, sino del pensamiento bíblico. Este prefiere llamar a Dios más bien bueno que bello, frente al pensamiento clásico que tiende a identificarlos. Más significativo es que en la Biblia no se dé a Dios el apelativo neutro de bonum, sino que se le califica siempre como bonus, con claro sentido personal. En conclusión podemos decir que, si el pensamiento clásico culmina en un «Bonum» impersonalista, que se irradia por doquier, la mentalidad bíblica vive un diálogo perenne con el personalísimo Deus bonus: desde las páginas del Génesis hasta el Apocalipsis. En todas ellas Dios habla y el hombre escucha, presto al diálogo. En mi estudio citado al comienzo de este razonamiento, para dar razón de la experiencia de San Francisco y de su doctor seráfico, formulé este mi atestado: Passage facile de l'expérience de l'amour personnel a l'amour impersonnet1 1 • Daba a entender el fácil tránsito experiencia} de ambos amores: el personal y el impersonal. Hoy debo reconocer que me quedé cmto al hacer una ulterior reflexión ante el rótulo en que se leen Laudes Dei Altissimi. Este rótulo está escrito de su puño y letra por Francisco, ya con su mano llagada. Es veneranda reliquia del Santo que se conserva en el Sacro Convento de Asís. El título contiene, de un lado, la bendición dada por San Francisco a Fray León, quien con su letra añade un breve comentario a la misma. No es este lado el que ahora nos interesa, sino el reverso, en el que se leen Laudes Dei Altissimi 42 . Con otros comentaristas del rótulo anotamos que el misterio de la paternidad de Dios es el título más reverencial que gusta contemplar en Él Francisco. Pater sancte le llama, repitiendo lo leído en el evangelio de San 41 En mi estudio cuya referencia bibliográfica se da en nota 36, 199. 42 Inudes Dei Altissimi, en Opuscula..., 90-91.

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