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166 Jaime Rey Escapa da del hombre, como fruto de la libertad, se encuentra siempre bajo la tensión de la dialéctica existencial entre ajfectio iustitiae y ajfectio commodi. La pri– mera de ellas se dirige al propio bienestar; la segunda se relaciona con los ob– jetos, descubriendo el bien que hay en ellos mismos. Según Escoto, la verda– dera libertad consiste en la affectio iustitiae, que consiste en un acto de la vo– luntad con el que el sujeto no busca la propia utilidad ni el propio placer, sino el bien para el otro. Si la voluntad no fuese libre, no sería capaz de realizar un acto superior de amor. Cuando la voluntad es dejada a sí misma, se va incli– nando a buscar el placer en los deseos sensitivos, olvidándose del fin amado y sustituyendo el amor de amistad por el amor de concupiscencia. Las cosas no son amadas, sino utilizadas en beneficio propio. Muchos conceptos teológicos y antropológicos se redimensionan desde la doctrina escotista de las afecciones: (aff. commodi, aff. iustitiae); por ejemplo: el concepto de visión beatífica escotista garantiza tanto la libertad de Dios co– mo la del hombre. Dios se reserva la libertad de darse o no darse. La visión beatífica es una operación libre de la voluntad humana, una invitación-pro– puesta a poseer la misma libertad. El pecado, que es sólo comprensible en el marco de la libertad del hombre, consistiría en dejarnos dominar irracionalmente por la affectio commodi. El pecado, alienación de la libertad, es, en palabras de Escoto, la privación for– mal del bien. En la affectio commodi, el hombre no llega a ejercer propiamen– te su libertad, porque queda encerrado todavía dentro del reino de la necesi– dad. El hombre entra dentro del reino de la libertad, cuando ama a Dios, al hombre y a las cosas, con amor de complacencia y de liberalidad, cuando se mueve dentro del campo de la affectio iustitiae. Otro concepto importante que se redimensiona es el de la gracia o la gra– tuidad, definida como misterio de libertad. La ajfectio iustitiae busca el amor por el valor absoluto del objeto amado y no por el valor relativo de posesión o de uso. La gracia, don de la amistad con Dios, es, a su vez, el espacio nece– sario para que la affectio iustitiae regule y oriente a la affectio commodi. Partiendo del principio de que Dios vult habere alios condiligentes 222 , las relaciones interhumanas han de estar determinadas por la generosidad. Apa– rece, así, el ideal de la fraternidad universal en la que no hay cabida para el in- 222 Rep. Par., III, d. 7, q. 4, n. 5 (XXIII, 303b).
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