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164 Jaime Rey Escapa De una manera analítica y sintética, me he acercado a los textos originales, intentado entresacar los principios inspiradores de su filosofía, tomando con· ciencia de la distancia que existe entre el mundo de la escolástica y nuestro mundo actual, y los consiguientes cambios paradigmáticos; el paso de la me– tafísica ontológica a la dimensión psicológica. Me atrevo a afirmar, al final de nú exposición, que Escoto puede ser con– siderado, sin lugar a dudas, el gran defensor de la libertad en la Edad Media. La peculiaridad de Escoto ha sido situar el tema de la libertad en el con– texto del voluntarismo y, para ello, como ya hemos visto, parte de la crítica de los conceptos aristotélicos de lo racional y de lo irracional. Coloca la libertad en el acto de la voluntad, que se mueve a sí misma, ya que es principio libre de actividad: "la voluntad, en cuanto acto primero, es libre" 219 • El voluntari– smo escotista es, a su modo, la reivindicación de la autonomía del individuo y de su ilimitada capacidad para madurar en el tiempo. Las nuevas corrientes interpretativas del pensamiento de Escoto han supe– rado la famosa tensión entre voluntarismo e intelectualismo. Hoy usamos un nuevo esquema dialéctico: el pensamiento es acción y la acción es pensamien– to. La acción como acto espiritual es una prolongación del pensamiento. La persona, hoy, mientras se autodetermina (el concepto medieval es reinter– pretado y redimensionado), encuentra dentro del sujeto su mundo, su historia con la herencia biológica, la influencia social, los designios para el futuro, la visión de los valores, etc., y debe orientar los estímulos hacia una nueva con– quista, a través de un acto que hace a la misma persona más racional. El voluntarismo debe ser entendido como invitación a recuperar nuestra libertad, que es el bien que da origen a todos los demás bienes y que fundamenta de modo radical nuestra persona. Si la primera conclusión es que la libertad hay que enmarcarla en el con– texto de la voluntad, la segunda es que, la libertad divina es la causa y la fuen– te de la libertad humana. Dios es el Ser libre por excelencia. La expresión má– xima de la libertad divina se encuentra en el amor intratrinitario. Dios es liber– tad porque es amor. Desde este punto, Escoto, unirá indisociablemente los conceptos de libertad y amor. Será el amor, tanto en las acciones ad intra co– mo ad extra, quien explique la libertad. Dios, en su propia esencia, se ama de 219 "Voluntas, in quantum est actus primus, libera est". Ord., I, d 38, p. 2 et d. 39, q. 1-5, n. 5 (ed. Vat., VI, 417).

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