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138 Jaime Rey Escapa Amar a Dios, Bien Supremo, por causa de sí mismo, es el summum de la libertad y de la bienaventuranza del hombre, pues, incluso en la presencia de Dios en la otra vida, según Escoto, el hombre no pierde la libertad 11 5: La libertad está determinada a querer la beatitud y a rechazar la miseria, sólo en este sentido: si ella produce un acto definido, respecto de estos objetos, el– la realiza necesariamente un acto determinado de querer la beatitud y un acto definido de rechazar la miseria; pero no está determinada a poner uno u otro acto 116 • Sólo en la visión, el hombre puede gozar de la perfecta libertad de querer todas las cosas adecuadamente. Se trata de una situación de perfecta caridad que es imposible sin el don de la gracia. La gracia no pertenece de un modo consustancial al hombre, ni tampoco la puede reivindicar como un derecho, pero como creatura está abierto a ella y su naturaleza tiene una cierta poten– cialidad para acogerla: Sostengo, por tanto, que al menos es necesario poner la caridad para producir la operación, y por consiguiente la voluntad con la caridad puede producir al– guna operación que sin la caridad no podría producir 117 • En esta vida la libertad es una inclinación a la rectitud (amor iustitiae) que caracteriza todo acto auténtico de amor. Este acto no es un mero deseo de po– seer, sino un amor que ama al objeto por sí mismo y que se complace en su misma bondad. La voluntad, moderando libremente las tendencias naturales y necesarias hacia la libertad y hacia la autoperfección, es capaz de transcender 115 Escoto enseña que la beatitud conocida aquí en la tierra no quita la libertad de ejercicio. Inclu– so frente a la visión de Dios, el hombre conserva esta libertad. La visión no destruye la libertad, y si los bienaventurados son impecables, es porque Dios les preserva del pecado: "Si beati non dimit– terent11r naturae suae, ut essent liberi, non essent sine miseria[...], quia libertas est de naturae intellecti– vae". Rep. Par., IV, d. 45, q. 4, n. 2 (XXIV, 578a); d. 49, q.5, n. 12 (XXIV, 645b-546a). 116 "Voluntas sic determinatur ad volendum beatitudinem, et ad nolendum miseriam, quod si eli– ciat aliquem actum circa ista obiecta, necessario et determinatum elicit actum volendi respectu beati– tudinis, et nolendi respectu miseriae. Non tamen absolute determinatum ad unum actum eleciendum ve! alium [...] Non tamen potest voluntas nolle, aut odire beatitudinem, nec velle miseriam"". Ord.., IV, d. 49, q. 10, n. 9-10 (XXI, 333a). 117 "Teneo ergo, quod saltem necesse est ponere charitatem propter operationem eliciendam, et per consequens aliquam operationem potest voluntas cum charitate elicere, quam non potest ita intense si– ne charitate elicere". Ord.., IV, d. 49, q. 11, n. 10 (XXI, 418b).
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