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60 José Ángel Echeverría otoño de 1820 en Castilla-León, las provincias vascas y Navarra. Estas partidas se extendieron durante 1821 a Cataluña, Andalucía y Valencia– Murcia, generalizándose en 1822, año en que se contabilizaron unas cuatrocientas y en el que el estado de guerra civil se generalizó, en la primavera en Cataluña y en septiembre en Navarra y alto Aragón 172 • El problema fue que el movimiento no estuvo organizado y la contrmTevolución no pudo vencer por sí sola, ya que tuvo que intervenir una fuerza extranjera para vencer al liberalismo (Santa Alianza). Hay que decir además que el ejército, los recursos del estado, los medios económicos y los intelectuales estaban de parte de los liberales 1 73 • La guerrilla conquistó el 21 de junio de 1822 la plaza fuerte de Urgen, donde se instalaron los miembros de la junta de Toulouse, procediendo al nombramiento de una Regencia formada por el marqués de Mataflorida, como jefe político, el barón de Eroles, jefe militar, y el arzobispo de Tarragona Jaime Creus. La regencia de Urgell intentó dar unidad al movimiento armado, y confió desde el principio en la eficacia de la ayuda exterior 174 • El capitán general de Cataluña, Espoz y Mina, emprendió en septiembre una fuerte ofensiva contra los rebeldes hasta que el 2 de febrero de 1823 conquistó Urgen, debiéndose trasladar la regencia a Francia. La derrota del realismo se explica por la falta de mandos militares, medios económicos, cooperación de las autoridades francesas y una insurrección masiva. Sólo con la entrada de los cien mii hijos de San Luis (en realidad unos 56.000) el 7 de abril de 1823, bajo el mando del duque de Angulema, aprobada por el congreso de Verona, el realismo pudo derrocar al régimen liberal 175. El levantamiento realista surgió sobre todo en núcleos pequeños de población, mientras que las ciudades apoyaban al régimen liberal, aunque, como afirma Comellas, es simplista decir que fue una lucha del campo contra la ciudact1 76 • El movimiento realista fue apoyado por parte de la nobleza, por cortesanos que rodeaban al rey, y, sobre todo, por el clero regular y 172 Cfr. !bid., 128-129. 173 Cfr. J.L. COMEUAS, El trienio, 310-311. 174 Cfr. V. PALACIOATARD, La España, 128-129. 175 Cfr. !bid., 128-133. 176 Cfr. J.L. COMELLAS, El trienio, 311.

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