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Restauración política y religiosa 107 La Crónica de los capuchinos de Valencia afirma que, además de los 65 secularizados, otros 38 religiosos se exclaustraron. Los exclaustrados volvieron reasumiendo el habito, y practicando las penitencias que benignamente se les impusieron, despues de ser absueltos de la excomunion anexa á la apostasía en que tal vez, ó sin tal vez incurrieron por el modo con que se salieron del claustro, y se constituyeron en el siglo con habitos clericales, por una autoridad que no devian, ni podian ignorar que era incompetente y nula por su naturaleza, para conceder semejantes privilegios. Los secularizados, en cambio, permanecieron todos en ei siglo, donde seguían por lo menos hasta el año 1828 en que se escribía la crónica, • 1 h b' h h ' d 1· · 307 contranamente a .o que a ian ..ec o otras or enes re 1g10sas . Pero no todos tenían la misma opinión sobre las penas y castigos impuestos a los exclaustrados. A éstos les parecían demasiado duras, y a los que habían permanecido con no pocos sacrificios, demasiado blandas. El P. Serafín de Penaguila, guardián del convento de Valencia, dirigía en el otoño de 1824 una instancia al rey, pidiendo que se declarase privados de voz activa y pasiva en los capítulos provinciales no sólo a los secularizados regresados al claustro (por tanto debía haber alguno que había regresado en contra de lo que dice la crónica) y a los que llevando el hábito habían trabajado acaloradamente en favor de la constitución (a los que ya había intentado castigar el P. Solchaga), sino también a los que voluntariamente habían reconocido a otros prelados de fuera de la Orden, como en el caso del cisma ocurrido en la diócesis de Valencia en relación con Rivero. Algunos religiosos habían dado malos ejemplos y escandalizado al pueblo. El P. Serafín manifestaba, según la expresión del fiscal del consejo, que los "prudentes castigos" que había determinado el P. Solchaga "no se aplicaron con la estension que se esperaba ni con la energía que era devida". Además, las providencias del P. Solchaga no eran suficientes, porque no había previsto el crimen de los que aprobaron el cisma en Valencia. La provincia de capuchinos de Valencia, "adicta á V.M. y á la Religion, podría ser regida por Religiosos, que se entregaron á los desordenes referidos". El consejo pidió que informara el vicario general, quien manifestó extrañeza por la 307 APCV, Crónicas de los Capuchinos de Valencia, m, 908-910.

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