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580 BERNJ\RDINO DE ARMELLADJ\ ser relativizado por nada. Lo contingente o relativo quedaría, pues, fuera de su conocimiento. En lógica perfecta, habría que decir que lo contingente no existe o sencillamente, con Aristóteles, que Dios no lo conoce6. Pero Tomás sabe bien que esto contradice a la fe cristiana, según la cual tanto en las cosas existentes como en las posibles se da la contingencia, porque no son necesarias como Dios, y la libertad es exigida por la responsabilidad del hombre frente a Dios. El Doctor Angélico se ingenia para combinar la necesi– dad del conocimiento divino con la contingencia y libertad en los seres creados. Parte de la evidencia de que "Dios conoce lo contingente futuro. Para pro– barlo, hay que tener presente que lo contingente puede ser considerado en un doble aspecto. 1) Uno, en sí mismo, en cuanto que está en acto. Si es así, no es visto como futuro, sino como presente; y, por lo tanto, no puede ser tenido como contingente, sino como algo que es, y por existir, infaliblemente puede ser conocido con tanta certeza como la que me proporciona el sentido de la vista cuando veo a Sócrates sentado. 2) Otro aspecto es el de considerar lo con– tingente tal como está en su causa, y, por lo tanto, es visto como algo futuro, sin una determinada existencia, porque la causa contingente está relacionada con lo opuesto. Así, no puede tenerse un conocimiento cierto de lo contingen– te. Por eso, el que conoce un efecto contingente sólo como presente en su causa, más que conocimiento tiene una conjetura. Pero Dios conoce todo lo contingente, no sólo como está en sus causas, sino también como cada una de las cosas contingentes es en sí misma. Y aun cuando lo contingente pase a ser en acto de forma sucesiva, Dios, sin embargo, no lo conoce en su ser concreto de forma sucesiva, como nosotros, sino simultáneamente. Porque su conoci– miento se mide por la eternidad, como también su ser. Pero la eternidad, que 6 "Utrum scientia Dei sit futurorum contingentium. Ad decimumtertium sic proce– ditur. Videtur quod scientia Dei non sit futurorum contingentium. 1 A causa enim necessa– ria procedit effectus necessarius. Sed scientia Dei est causa scitorum, ut supra dictum est. Cum ergo ipsa sit necessaria, sequitur scita eius esse necessaria. Non ergo scientia Dei est contingentium. 2 Praeterea, omnis conditionalis cuius antecedens est necessarium absolute, consequens est necessarium absolute. Sic enim se habet antecedens ad consequens, sicut principia ad conclusionem, ex principiis autem necessariis non sequitur conclusio nisi ne– cessaria, ut in I Poster. probatur. Sed haec est quaedam conditionalis vera, si Deus scivit hoc futurum esse, hoc erit, quia scientia Dei non est nisi verorum. Huius autem conditionalis antecedens est necessarium absolute, tum quia est aeternum; tum quia significatur ut praete– ritum. Ergo et consequens cst necessarium absolute. Igitur quidquid scitur a Deo, est neces– sarium. Et sic scientia Dei non est contingentium. 3 Praeterea, omne scitum a Deo necesse est esse, quia etiam omne scitum a nobis necesse est esse, cum tamen scientia Dei certior sit quam scientia nostra. Sed nullum contingens futurum necesse est esse. Ergo nullum contin– gens futurum est scitum a Deo" (Sanctus Thomas, STh 1 q. 14 a. 13).

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