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60 BERNARDINO DE ARMELLADA Conclusión. En medio de una argumentación teológica y exegéticamente firme, vemos cómo Lorenzo, además de tocar las fibras de la sensibilidad devota, recurre a la generosidad de la misma exégesis bíblica: María es la madre y Cristo es el hijo. No un hijo en el que su condición física humana quedaba eliminada u oscurecida por su con– dición trascendente de salvador de toda la humanidad. Y sobre este hijo María tiene el derecho, por así decirlo, de una madre sobre el hijo, y el hijo no puede desligarse de las obligaciones naturales para con la madre. Lorenzo se refiere expresamente a la autoridad de María: "Se muestra, dice, la autoridad de María, porque Ella tiene sobre Cristo Rey la potestad de una madre sobre el hijo" 42 • Esta luz de la intimidad familiar no podía ser ni eliminada ni oscurecida con expresiones humanas circunstanciales, cuyo sentido ha de encuadrarse en un contexto superior que no niega lo humano sino que lo sublima. Jesús es demasiado grande para romper con el amor - también el amor natural de un hijo -, del que Él es la expresión más sublime. Jesús no negó lo humano, sino que le añadió lo divino quitando de lo humano lo inhumano. Y lo más inhumano, lo más contrario al destino radicalmente divino del hombre era el pecado en el que la humanidad había incurrido por una deficiencia de su voluntad original. ¿ Por qué hemos de negar a Cristo el amor familiar respecto de su madre y a Dios Padre el amor hacia una mujer que va a ser la madre de su Hijo? ¿ Y por qué no dejarnos llevar del entusiasmo ante la grandeza única de una hermana nuestra? SuMMARY: The 'Mariology' ofSt Lawrence ofBrindisi has as the biblical axis the cvent of 'divine motherhood'. "Of her was born the Messiah". This was enough for him to deduce all the presumables as well as the natural and supernatural consequenccs that are found to concur with the person ofMary. But it seems to him that the Bible is overly wanting in placing in evidence all those indubitable riches of the Mother ofJesus. He knew for sure that Mary's lmmaculate Conception was not accepted by a serious theological current ofhis day. As a bi– blical scholar, he recognises that revelation does not offer clear texts on such truth - which, on the other hand, he defcnds well with biblical arguments. Yet, is there something more which reasonably supports thc logic of the dcfencc of thc total purity ofMary? After negotiating the difficulty of the ever relative general propositions in the Scripture, Lawrence resorts to the eloquence of the silence of revelation, which, added to the benevolent attitude of the official Church, enablcs him to confess with satisfaction: "Before thc mystery ofMary as lmmaculate, the Scripture and the Church's Magisterium leave at liberty, so that the devotion and the genc– rosity rcgarding Mary suggest to cach Christian what scems to him more right and opportu– ne". This generous exegesis sounds likc an echo of Pascal's 'reasons of the hcart'. 42 "Jacob autem genuit Ioseph virum Mar·iae, etc. De Virgine Deipara tria ostenduntur: no– bilitas, humilitas et auctoritas... Tercio auctoritas, quod ipsa supra Christum regem eam habct auctoritatem quam vera mater supra filium". Sermo X , n.IV , 495s.

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