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UNA INVESTIGACIÓN CLAVE EN LA HISTORIA DE LA TEOLOGÍA 667 reverencia, que es el don del Espíritu Santo. Respecto de la fe como fundamento de la caridad, no le era necesaria a Cristo al poseer la plenitud del Espíritu Santo que es la fuente y causa de la caridad. Cristo poseía el don del temor como Timor subiectionis, sujeción a la voluntad divina. La tercera duda es de, si Cristo no se hubiese encar– nado, ¿qué uso de los dones habría tenido el hombre? Le habrían sido de ayuda a la necesaria subordinación a la voluntad de Dios y para el amor de Dios y del prójimo. Dos cuestiones conclusivas: necesidad y relación entre las virtudes, dones, frutos y bienaventuranzas. Parece que las virtudes serían suficientes para llevar a la perfección los actos de las potencias. Todas las objeciones al respecto se solucionan teniendo en cuenta que hay una cuádruple dimensión de la perfección, "relativa a la disposición, además de la posibilidad de la potencia" (según la Summa Halensis) (413). En cuanto a la relación entre virtudes, dones, frutos y bienaventuranzas, la Quaestio se limita a aclarar la prioridad entre virtudes y dones. Algunos Maestros veían la prioridad de los dones en cuanto semillas de las virtudes, o también como habitus-efecto de las virtudes. Alejandro considera dos clases de prioridad: de suce– sión temporal y de grados de perfección. En el primer caso las virtudes preceden a los dones; en el segundo caso, viceversa, ya que los dones están más cercanos a la feli– cidad eterna. Como disposición (habitus), virtudes y dones se infunden simultánea– mente en el alma; pero en su función, la virtud precede (y es causa) de los dones. Nisi credideritis non intelligetis: el acto de fe precede al intelligere y al sapere ( 415). Son dos órdenes de acción distintos: las virtudes son los actos primeros de las potencias; los dones los actos consiguientes. Gracias a las virtudes, sobre todo de la caridad, es posible impetrar los dones del Espíritu; pero su precedencia es sólo secundum usum, non secundum substantiam ( 418). Conclusión: De madura y original calificaJ.M.W. la doctrina de Alejandro de Hales sobre la gracia en sus Quaestiones de gratia. Lo demuestra 1) con una cierta superación del pensamiento (y la autoritas) de Pedro Lombardo, aunque lo acepta en principio. Alejandro es uno de los primeros que se oponen a la sobrenaturalización de las virtudes naturales y su identificación con la gracia, separando el orden de la naturaleza y el orden de la gracia, accidental a la moralidad natural y que exige la cooperación del libre albedrío. Es original explicando la diferencia entre la gracia y las virtudes: en el predicado qua recte vivitur es distinto el vivere (por la gracia) del operare (por la virtud); además, la gratuidad de las virtudes es causada por la gracia, soporte ontológico de las mismas. 2) En los temas surgidos en la discusión de las cuestiones da, como Magíster, soluciones originales: La gracia es un medium que une al hombre con Dios; es un accidens que perfecciona el alma en un esse secundum ha– ciéndola acepta Dios. El libre albedrío, con el alma santificada, colabora con la gracia para las obras meritorias. La misma gracia obra en el hombre mediante las virtudes, dones y frutos del Espíritu Santo, y las bienaventuranzas evangélicas. El sentido de

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