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666 BERNARDINO DE ARMELLADA orientan al fin último, e. d. a la fruición en el amor de Dios (368). 2. Cualidades específicas de las virtudes, de los dones, de los frutos y de las bienaventuranzas. 2.1. Inicialmente se analizan las potencias del alma: racional, concupiscible e irascible, en relación a su perfección. Igualmente se tendrá en cuenta la división agustiniana de memoria, entendimiento y voluntad. 2.2. Las virtudes disponen las potencias del alma para la acción. Las virtudes teologales disponen las potencias inmediatamente para el fin sobrenatural, pero lo hacen en cuanto basadas en la gracia. Y laforma que une las virtudes es el amor, inherente a toda virtud. En cambio las cuatro virtudes cardinales disponen la potencias para llegar al fin sobrenatural. Los dones disponen las potencias del alma a la pasión, es decir el aspecto pasivo de la subordinación a la voluntad de Dios a ejemplo de Cristo y de la compasión respecto del prójimo. Los frutos disponen las potencias del alma a la complacencia in opera per se petenda. Se está en el contexto de la teoría del frui. Cada virtud encuentra en su realización un gozo específico. Pero mientras las virtudes tienen un nexo que las condiciona, la complacencia en una acción no lleva la complacencia en las demás. El más perfecto es el fruto de la caridad que dispone al gozo de la complacencia procurado por la suma bondad (388). 2.3. La bienaventuranzas y el perfeccionamiento de las virtudes y de los dones. En sentido propio, entre estas categorías hay una diferencia no sólo formal sino también esencial. Lo explica con el concepto de la secuencia de los actos: los primeros pertenecen a las virtudes, los segundos o medios son propios de los dones, y los últimos o perfectos son de las bienaventuranzas, que disponen las potencias a lo que está más cerca de la bienaventuranza eterna (391 ). Después de todas estas reflexiones sobre lo que se puede decir sobre la vocación sobrenatural del hombre desde la filosofía y la teología, Alejandro trata de responder a algunas dudas que pueden surgir después de las explicaciones dadas. La primera se refiere a la relación de las virtudes, dones, frutos y bienaventuranzas con la potencia cognoscitiva. A ésta se refieren dos virtudes: la fe y la prudencia; cuatro dones: sabi– duría, entendimiento, consejo y ciencia; el fruto de la fe y la bienaventuranza de la pureza del corazón. Será la finalidad de los actos la que dé la respuesta: algunos actos miran inmediatamente al fin último (in finem ), otros miran a lo que permite llegar al fin (adfinem = mediatamente). Así la pureza del corazón permite ver a Dios de modo perfecto (sin medio) cuanto es posible en esta vida. (Otro tema es la visión beatífica que se afirma sine medio, pues a través de un medio "el hombre no podría probar la plena complacencia en la visión de Dios, pues sólo el conocimiento de la suprema verdad en sí misma puede satisfacer plenamente el deseo"). La duda segunda se refiere a la presencia del las disposiciones sobrenaturales en Cristo. Poseyendo la plenitud de la gracia, se pregunta por qué no tenía la virtud de la fe y de la esperanza, pues poseía todos los dones del Espíritu Santo. Alejandro dice que Cristo tenía la plenitud de la fe, que es la visión beatífica, y el temor, solo de

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