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668 BERNARDINO DE ARMELLADA la gracia como medium tiene el valor de forma y motor del libre albedrío. En la gracia como 'primera similitud del alma con Dios (Trinidad): Alejandro subraya la iniciati– va de Dios. El don del Espíritu Santo es la gracia increata, por la que Dios desciende al hombre para que el hombre ascienda a Dios por la gracia creata, pergratiam gratum facientem. Sólo por su medio se puede conocer y realizar el bien meritorio de la vida eterna. No basta ni el deseo natural del bien ni la gracia 'gratis data'. 3) Otro tema nuevo en la primera mitad del s. XIII es la esencia de la gracia como medio. Para Felipe el Canciller sería un medium quod, un ente-sustancia. Para Alejan– dro es sustancia la gracia increada (el Espíritu Santo): La gracia creada es medium quó, en cuanto que perfecciona el alma in esse secondo, un accidente, que no pertenece necesariamente a la naturaleza humana y que en sí mismo podría ser visto como una sustancia (430). El operari es ya función de las virtudes. Con esto Alejandro llega a una definición de la gracia: Primus actus etperfectus animae in esse secundo. 4) La colaboración entre la gracia y el libre albedrío. Alejandro considera el libre albedrío como 'una potencia que mueve toda la actividad humana mediante la elección después de la deliberación del entendimiento y el querer de la voluntad. Pero, después del pecado original, el libre albedrío es incapaz de actos meritorios, su– periores a las posibilidades naturales. La gracia praeveniens lo dispone para querer y la gracia operans lo ayuda a realizar el bien deseado. Original en Alejandro es su idea del libre albedrío antes y después de la caída original: en ambos casos tendría necesi– dad de la gracia sobrenatural tanto para permanecer en el bien como para progresar en el cumplimiento de actos meritorios. Y así pone de relieve el dinamismo de la gracia obrando por medio de las virtudes, dones, frutos y bienaventuranzas en cuatro dimensiones: acción, pasión, gozo probado en la acción y la pasión. Serían otros tan– tos habitus determinados por los fines propios de cada actuación. Atención especial tiene en Alejandro la consideración de los dones del Espíritu en su aspecto positivo, vistos primeramente en el alma de Cristo: Cristo asume la naturaleza humana por el don de la piedad; la subordinación a Dios en la pasión y el amor a los hermanos indica el don de la fortaleza; el don de sabiduría infunde el gozo por encima de la aflicción de la pasión aceptada voluntariamente. La conclusión es espiritualmente aleccionadora: "Teniendo los dones del Espíritu, es necesario imitar a Cristo en la disposición y en el acto de la pasión" (435). Los 'frutos' son el principio del gozo en las obras sobrenaturales, que encuentra su plenitud en las bienaventuranzas en cuanto es posible in via. J. M. W. pone de relieve cómo a la luz de la teología de la gracia se aprecia la unión transformante del hombre con Dios uno y Trino. La iniciativa es toda de Dios Padre con el don del Espíritu y del Hijo, que ofrecen al hombre la cualidad sobrena– tural de vivir en Cristo y en el Espíritu. En las obras meritorias, aunque el hombre es el sujeto de los actos, la iniciativa es siempre de Dios, que por medio del Espíritu

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