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320 JESÚS-LUCAS RODRÍGUEZ GARCÍA ciscana en la Galicia de los siglos XVII-XIX (precedentes, fundaciones, con– vivencia entre frailes y terciarios en Santiago, etc.). Se centra, sobre todo, en la Capital Compostelana, centro inequívoco del franciscanismo gallego de siempre. El profesor Tomás Rodríguez Torrellas, desarrolla un estudio en torno a los orígenes de la Orden franciscana secular en el siglo XVII, fijándose en su ambiente social y religioso. La profesora de la Universidad de Comillas de Madrid, María del Mar Graña Cid, se centra en la famosa sor Juana de la Cruz Oa Santa Juana), una terciaria regular, a la que se le concedió el título de párroco. Fue predicadora pública, mimada por Cisneros, que tuvo jurisdicción parroquial sobre la villa de Cubas. Fue una gran carismática que puede servir de base para los diálogos de la presencia de la mujer en la Iglesia. La profesora Carmen Soriano Triguero, centrándose en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Madrid, de clarisas, fundado en 1563, se fija en su perfil sociodemográfico a partir de una completa serie de datos (profe– siones, defunciones, años de vida como religiosas) en el periodo de la Edad Moderna. Se fija en las diferencias sociales de las monjas dentro del claustro, su talante aristocrático, etc. Termina su artículo con un cuidado cuadro sinóptico de las religiosas que hubo entre 1685-1789 (nombres, profesiones, procedencia geográfica, dote y muchos más datos). La profesora Karen María Vilacoba Ramos, analiza en la siguiente po– nencia las relaciones epistolares de sor Ana Dorotea de Austria y el piadoso rey Felipe IV desde el monasterio de las Descalzas Reales (o de Nuestra Señora de la Consolación, o de la Asunción). A partir de estos textos escogidos de las cartas, podemos ver las diversas situaciones anímicas, ambientales, de quien escribe o lee la carta recibida. Ser monjas, no significó para estas religiosas de la nobleza desconectarse de los asuntos cortesanos. El profesor Ramón de la Campa Carmona, hace un estudio de la fundación de las capuchinas en Sevilla, de sus vicisitudes, consolidación (1700-1763), su asentamiento provisional y definitivo, resaltando la labor de la abadesa sor Josefa Manuela de Palafox y Cardona (hermana del fundador), el mecenazgo del Arzobispo Don Luis de Salcedo y Azcona, etc. Relata la historia de un fuego y la reconstrucción del edificio hecha por el Cardenal Francisco de Solís. La hermana María del Carmen Urbano, franciscana misionera de Maria (F.M.M.), dibuja la espiritualidad franciscana femenina en el siglo XVIII a partir de la figura de Josefa Arévalo, que vivió entre los años 1691 -1778.