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EL FRANCISCANISMO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA 319 Una de las páginas más negras del franciscanismo de España, se refiere a la supresión de la Orden conventual en tiempos de Felipe II. Este acontecimiento lo afronta el menor conventual Gonzalo Fernández-Gallardo Jiménez. Todos los grandes e históricos conventos fundados durante los siglos XII y XIII fueron conventuales. Los cronistas de la Observancia han tenido mucha difi– cultad para aceptar esta verdad histórica y han tendido a tergiversarla. Con la intervención del franciscano observante, Cardenal Cisneros, Arzobispo Prima– do de Toledo, con la colaboración de la reina Isabel la Católica, la Provincia de Castilla de los franciscanos conventuales, que se extendía por el centro de la Península Ibérica, quedó herida de muerte. Más tarde la política intervencionista de Felipe II y las luchas que se sucedieron en su época, colmaron la catástrofe conventual, pese a la defensa que hicieron de ellos gente como el célebre doctor Navarro, Martín de Azpilcueta y otros. En el conflicto estuvieron "escollos" como las relaciones de la Corona española con la Santa Sede, el poderoso con– fesor de Felipe II, el Observante fr. Bernardo ele Fresneda (1509-1577), las riva– lidades entre las familias franciscanas, etc. Felipe IV fue un rey muy religioso. Los franciscanos menores y los capu– chinos estuvieron muy presentes en su corona. Los profesores Enrique Martínez Ruiz, de la Universidad Complutense ele Madrid y Fernando Negredo del Cerro, de la Universidad Carlos III de Madrid, desarrollan el tema, haciendo el porcentaje de la presencia de los predicadores franciscanos del Rey (obser– vantes, capuchinos, descalzos). Las profesoras de la Universidad Complutense madrileña, Paloma Vázquez Valdivia y Ana Sanz de Bremond y Mayáns, desarrollan un estudio comparado entre las constituciones de la Provincia descalza de San Gregario Magno de Filipinas de 1667 y la Provincia, también descalza, de San Diego de Nueva España de México de 1667. La primera dio origen a la segunda y tienen muchos puntos comunes. El movimiento franciscano descalzo fue enorme en la Penín– sula Ibérica, sus conventos fueron centenares, aunque pequeños y populares, en general. Tras la exclaustración, los superiores franciscanos menores en España, hasta su restauración en 1904, dirigieron la Orden a través de Comisarios Apos– tólicos. El franciscano Pedro Riquelme Oliva, del Instituto Teológico Fran– ciscano de Murcia, hace un estudio de la situación jurídica de la exclaustración en la Orden de los menores, en España, con el apoyo firme, en todo momento, de la Tercera Orden secular. El profesor Domingo L. González Lopo, de la Universidad de Santiago, de– sarrolla un balance y unas perspectivas de los estudios acerca de la V.O.T. fran-

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