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316 BERNARDINO DE ARMELLADA en 1665 7 • Culta y conocedora del latín, por orden de sus confesores escribe "las cosas de mi espíritu y camino interior": un camino de caridad exquisita y de pe– nitencias increíbles en su afán por identificarse con Cristo en su pasión 8 • Con– templativa de modo singular a través de la plegaria litúrgica, es "una de las figu– ras más representativas y originales de la mística hispana del siglo XVII" (118). El capítulo II - LJJ vida quotidiana de les Clarisses-Caputxines: Pregdria i peniten– cia (125-210) - describe la vida en la pobreza, obediencia, castidad y clausura, llevada con un rigor sobrehumano. Maitines y oración a media noche para le– vantarse temprano y alternar tiempos de oración y trabajo, alimentos pobres y ayunos continuados, penitencias corporales de una intensidad y, a veces, de for– mas tan sofisticadas y extrañas en algunas religiosas, que frecuentemente los confesores o las mismas superioras tenían que imponer la moderación a morti– ficaciones directamente peligrosas para la salud. Viene la idea de preguntarse si no se trataría del barroquismo de la época trasladado a la penitencia, "especialmente en Italia" (135). V. Serra tiene una mención para la capuchina más característica, canonizada en 1839, Santa Veró– nica Giuliani (t 1727), cuya vida de penitencia raya en lo increíble y humana– mente insoportable; pero al mismo tiempo con una profundidad de vida sobre– natural, que nos hace pensar que "para Dios todo es posible". San Pablo escri– be a los Romanos: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrez– cáis vuestros cue,pos como una víctima viva, santa, agradable a Dios" (Rom 12,1). Cuando se mete de por medio el amor incondicionado a un Dios absoluto, personal y crucificado por amor en Cristo, se diluyen las categorías humanas de psicología débil, masoquismo, incluso de prudencia. Es hacer efectiva hasta la radicalidad la oferta del propio cuerpo, purificado y libre del peso que lo inclina a la materialidad. En un esfuerzo de imaginación se podría encontrar una analogía en el fe– nómeno de la pérdida de la gravedad. Kalpana Chawla, una de las dos mujeres astronautas que perdieron la vida el 1 de febrero, 2003, en la desastre de la as– tronave Columbia, había hablado de su experiencia anterior de cosmonauta, 7 Cf. L. Iriarte, Beata Maria Angela Astorch, clarisa capuchina (1592-1665), Valencia 1982, 4 1993. L. Lehmann, Mmia Angela Astorch (1592-1665): Mystikerin des Breviers 1111d der Tat, in Wiss. Weish. 63 (2000) 259-272. 8 Maria Angela Astorch, Mi camino interior. Relatos autobiográficos, Cuentas de espíritu, Opú– sculos espirituales, Carlas. Edición preparada por L. Iriarte, Madrid 1985 (BAC).

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