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DOS LIBROS SOBRE EL FRANCISCANISMO FEMENINO 327 te una noche, pudieron vivir con relativa paz en medio del ambiente prepotente del anticlericalismo, hasta el 16 julio de 1936, dos días antes del Levantamiento Nacional contra un gobierno ilegitimado por su gestión en manos del marxis– mo ruso y su pasividad ante la anarquía y los asesinatos y quema de iglesias y conventos. El 23 de julio las religiosas salen furtivamente al amanecer, reunién– dose cada una con sus familiares. El convento es convertido en prisión de na– cionales primero y, después de la liberación, de republicanos. "Del 1936 al 1939, dice la crónica conventual, la comunidad se deslizó en sufrimientos y tra– bajos para todas las monjas, repartidas en diferentes puntos" (270). En abril de 1939 las religiosas se reúnen de nuevo, aunque sólo un año después pudieron entrar en el convento, destartalado e inhabitable, que hizo pensar en la construcción de un edificio distinto. En 1956 la comunidad se tras– lada procesionalmente al nuevo monasterio, entre el regocijo y la veneración de los lorquinos, que, a pesar de todo, seguían viendo en sus Clarisas una riqueza espiritualmente confortante. Hasta 1967 se tuvo en el convento la tarea externa de "educación de infantitas internas". Ante la disyuntiva eclesiástica de optar entre Clausura papal o Apostolado externo las clarisas de Larca decidieron: "Nos ha parecido mejor seguir nuestra vida contemplativa de varios siglos de existen– cia en Larca y con nuestra oración y trabajo cooperar también al bien espiritual y social de la ciudad querida y del mundo entero". Una comunidad así, sometida en un principio a los confusionismos pro– gresistas de un postconcilio mal entendido por parte de sacerdotes ansiosos de novedades, supo reaccionar adoptando serenamente la renovación postconciliar justa en la liturgia, eucaristía, etc. "Fue muy emotivo el estreno del nuevo bre– viario en castellano... A partir de entonces nos mantuvimos abiertas a las dispo– siciones que la Iglesia iba poniendo en vigor" (290). El traspaso de la comuni– dad a la (primera) regla de Santa Clara y la incorporación a la Federación de Clarisas del Corazón de María, sistemaba desde 1968 la vida de este monasterio, en que se vivirá en consonancia esencial con los demás monasterios de Clarisas en el mundo, después de vivir avatares muy semejantes a los de sus hermanas de España. La Madre Berta de Jesús Meseguer fue la abadesa providencial de este monasterio en la segunda mitad del siglo XX. Queda en esta historia la proyección del monasterio lorquino dando ori– gen a dos nuevos monasterios: en Santomera (Murcia) (1964) y Guatemala (1975); y la descripción de la vida regular, devociones y espiritualidad, con cier– tas alusiones a métodos juzgados "desde un hoy", que no puede enseñar ya al
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