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GRATIA SANTIFICANTE Y ACCEPTATIÓN DIVINA SEGÚN B. MASTRI 265 Mastrio concluye el artículo admitiendo que, «en la sentencia opuesta, (la gratuidad) se salva en cuanto que la gracia santificante (como ellos la conciben) es concedida de manera totalmente gratuita... (esto no obstante), no se puede negar que la gratuidad se vería mucho más claramente si se dice que Dios justi– fica al hombre y condona los pecados, no porque la gracia lo exige por su natu– raleza, sino porque Dios, desde su beneplácito y grande misericordia, así se ha obligado en un decreto eterno, confiriendo a la gracia habitual tal valor moral. De este modo, digo, haciendo teología, aparece nuestra justificación como obra de Dios más diáfanamente gratuita, ya que queda independiente de cualquier realidad creada que por su naturaleza fuera exigitiva de la misma justificación y dependiendo de sola la voluntad divina. Y como quiera que la Escritura, los Concilios y los Padres repiten que la justificación es obra de Dios meramente gratuita, es claro que la verdad de este dogma se salva en nuestra sentencia me– jor que en la opuesta» 39 . Con este presupuesto metafísico y colocándose en el horizonte de la po– tencia absoluta de Dios, Mastrio, en los artículos siguientes, no encontrará con– tradicción en que un hombre se halle sin pecado y sin gracia sobrenatural (idea común en los teólogos de su tiempo bajo el teologúmeno de la «natura pura»), ni que se dé la coexistencia del pecado habitual junto con la gracia en cuanto cualidad y, lo que puede aparecer más insólito, la existencia de un hombre (o un ser espiritual), aceptado por Dios como amigo e hijo sin forma alguna perma– nente que afecte a su naturaleza. Mastrio recurre a la analogía de las relaciones humanas: «Si entre los humanos un hombre puede perdonar a otro la injuria recibida y considerarse aplacado haciéndose amigo del mismo sin que éste ad- como "in sensu composito" es contradictorio que la gracia esté en el hombre, sin que él, en virtud de ella, sea ¡,,rrato a Dios, y su hijo adoptivo»). 39 «Postremo probatur nostra sentencia, quia, ut advertunt Hiquaeus, Morandus et alii iuxta eam magis proprie salvatur veritas et modus loquendi Scripturae, Conciliorum, et Pa– trum, semper praedicantium remissionem peccatorum fieri a Deo gratis, et iustificationem nostram esse opus Dei omnino ¡,,rratuitum. Quamvis enim etiam in opposita sentencia id sal– vetur quatenus gracia sanctificans gratis omnino datur, negari tamen non potest quin hoc totum adhuc magis proprie salvetur, si dicatur Deus hominem iustificare et peccata condo– nare, non quia de sui natura id gracia exigat, sed quia Deus ex suo mero beneplacito et mag– na misericordia ita se aeterno decreto obligavit conferens gratiae habituali talem valorem moralem; sic, inquam, theologizando ponitur iustificatio nostra opus Dei magis gratuitum, quia ponitur independens a quacumque re creata, quae sui natura sit illius exigitiva, et ex sola divina voluntate dependens; atque ideo ponitur magis gratiosa. Cum igitur Scriptura, Conci– lia et Patres hoc dicant esse opus Dei mere gratuitum, plane magis salvatur huius dogmatis veritas in nostra sentencia quam in opposita». (lb., n. 25, p. 389a).

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