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392 BUENAVENTURA R. DE CARROCERA Prueba clarividente de ese apostolado, ejercido con celo y provecho de las almas, es que ya antes de 1691 se le había concedido el honroso título de Predicador o Misionero Apostólico. El mismo P. Alamín afirma que vivió largos años en el convento de El Pardo, dedicado a la oración y al estudio, alternando aquella vida de retiro con la de predicación. Varias de sus obras las compuso en aquel convento. Se desconoce igual– mente la fecha de su fallecimiento, que tuvo lugar después de 1727. Obras y fu entes . Son bastantes y voluminosas sus obras, unas de carácter catequético o apologético y otras de contenido espiritual. La estima de las mismas y su valor hicieron que fuesen recomendadas con especial interés por el arzobispo de Toledo Sr. Astorga a los sacer– dotes en carta pastoral « como fuentes y medio en que pueden beber con seguridad aciertos y perfección para atender al régimen de sus ovejas » 11 • Remitimos al lector que desee la descripción de esas obras, a otra parte 12 , parando la atención en las dos que aquí nos interesan. El título de la primera es: Falacias del demonio y de los vicios que apartan del camino real del cielo, y de la perfección, y sus remedios particulares y generales, 2 vols., Madrid 1693-1694; 1 vol. Madrid 1714. Esta obra tiene un carácter marcadamente ascético, y está dividida en cuatro extensos tratados.. Según el autor, el medio más útil y nece– sario para conseguir la perfección es sin género de duda la oración, más en concreto la meditación, sin la cual no es posible dar un paso en la vida espiritual. A tal objeto explica lo que es, modo práctico de hacerla, sus partes, etc., indicando al pormenor las dificultades o pre– textos que pueden surgir para omitirla. A continuación pone medita– ciones jugosas y adaptadas a toda clase de personas sobre las verdades eternas y la pasión del Señor. En un tercer tratado describe los peca– dos capitales y propone los remedios para luchar contra ellos y domi– narlos, valiéndose sobre todo de la meditación. Finalmente, habla de las virtudes, manera de adquirirlas y plantarlas en el alma para con– quistar la perfección. Los que conocieron al P. Alamín testifican que esta obra es fruto de la experiencia personal, del estudio y de la lectura de numerosos libros. Las citas que en ella se encuentran con más profusión están tomadas de la Sagrada Escritura. También es aducida frecuentemente la autoridad de varios SS. Padres, de S. J erónimo, S. Agustín, S. Basilio, S. Ambrosio, S. Bernardo, Sto. Tomás, Sta. Ter esa y varios otros escri– tores. San Buenaventura es también uno de los maestros de espiritua– lidad por él citados. Las obras que de él menciona son: Speculum disci– plinae, De profectu religiosorum, Stimulus amoris, Incendium amoris, ltinerarium mentís in Deum, Meditationes vitae Christi y varios ser– mones. Las citas, sin embargo, no son ni abundantes ni extensas, llegando 11 Carta del jesuita Antonio Frías (Madrid, 30 mayo 1727) al P. Alamín, en los preliminares de Tesoro de beneficios escondidos en el Credo, Madrid 1727. 12 La provincia I, 326; II, 635-640.

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