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400 BUENAVENTURA R. DE CARROCERA gastaba toda su vida y por aquí llegó a tanta perfección que fue uno de los más devotos y altos contemplativos que tuvo la Iglesia » 24, 5. Tres escritores más del siglo XVII Para que no pueda tachársenos de haber omitido en estas notas los nombres de otros escritores ascético•místicos de ese mismo siglo XVII, los enunciamos a continuación, advirtiendo al mismo tiempo que sus libros no dejaron de tener importancia pero también que en ellos no tuvieron influencia los escritos del Seráfico Doctor. El primero es el P. José de Nájera (Logroño), ilustre misionero que, después de ejercer el apostolado en Arda (Africa), pasó a Cumaná y a los Llanos de Caracas (Venezuela), donde falleció en 1684 25 • Escribió, según él mismo testifica, este librito: Atajo para el cielo, y que se im– primió varias veces pero, al parecer, anónimo; en él se enseñaba la necesidad de la oración o meditación y el modo de practicarla. No hemos logrado ver ejemplar alguno. Su otra obra de mayor volumen e importancia es ésta: Espejo místico en el que el hombre interior se mira prácticamente ilustrado para los conocimientos de Dios y el ejercicio de las virtudes, Madrid 1672 (404 pp.). En ella expone los medios más sencillos, prácticos y adaptados a la generalidad de las personas para alcanzar la perfección evangélica, insistiendo sobre todo en la oración mental. Las citas de los santos y escritores son pocas, y, por lo que respecta a S. Buena– ventura, sólo cita palabras suyas tres veces, si bien en algunas ocasiones más menciona su nombre. Hay que agregar a lo dicho que para el P. Náj era la oración, al igual que la contemplación, debían tener como centro a Cristo hombre y crucificado. El P. Antonio de Fuentelapeña (Zamora) (t 1702?) fue asimismo reli– gioso distinguido en la provincia de Castilla. A los muchos cargos desem– peñados y a otros títulos y glorias debe añadirse el de escritor 26 • Pu– blicó una obra de carácter filosófico y de contenido vario y sobrema– nera raro: El ente dilucidado, dos ediciones, Madrid 1675 y 1677. Por· lo que a nuestro tema atañe, imprimió estas otras dos: Retrato divino en que para enamorar las almas se pintan las divinas perfecciones con alusión a las facciones humanas, dos ediciones, Madrid 1685 y 1688. Viene a ser un estudio de las perfecciones divinas, realizado con admi– rable estilo y escogido lenguaje; podría servir de libro de meditación a las almas contemplativas. Las citas son contadas y a S. Buenaventura ni siquiera se le menciona. La segunda se titula: Escuela de la verdad en que se enseña a Lucinda y debajo de su nombre a todas las almas que tocadas de 2, Místico cielo I, 186s. 25 Necrologio, 309. 26 Ibid. 295; La provincia I, 231s, 403s.

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