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LOS ESCRITORES DE CASTILLA Y S. BUENAVENTURA 399 Este es el contenido de la importante obra que salió de la pluma del P. Isidro de León y que ha merecido muy cumplidos elogios. Entre ellos está el del P. Torrecilla, que afirma: « Es de lo mejor que se ha escrito acerca de la mística en sentir de cuantos los han leído: doctrina sólida, con una nueva inventiva y disposición muy singular, explicada con gran claridad, distinción, modificaciones e inteligencia de términos» 23 • Fu entes . La principal de todas es la Sagrada Escritura, y a con– tinuación indicamos los nombres de escritores cuyas obras son citadas más generalmente en los tres tomos casi por igual: S. Gregorio Nacian– ceno, S. Juan Clímaco, S. Isidoro, S. Bernardo, Sto. Tomás, S. Agustín, S. Basilio, S. Bemardino de Siena, Sta. Teresa, Blosio, Taulero, Dionisio Cartujano, Enrique Herp y algunos otros. En cambio, apenas es nom– brado S. Juan de la Cruz. Por otra parte, más bien que citar o copiar las palabras textuales de cada uno, resume el pensamiento de varios, a veces hasta de 14, poniendo al margen los respectivos nombres. Por lo que respecta a S. Buenaventura, he aquí los escritos que menciona: / tinerarium mentis in Deum, Meditationes vitae Christi, De profectu religiosorum, Breviloquium, De septem gradibus contemplatio– nis, De mystica theologia, Stimulus amoris... De todos modos, las citas o copia de sus palabras no son abundantes : lo hace solamente 9 veces en el primer volumen, 14 en el segundo y 18 en el tercero. Sin embargo, hemos podido constatar que, al aducir la autoridad de S. Buenaventura, el autor lo hace no sólo con respeto sino con suma veneración, llamán– dole casi siempre « santísimo Doctor Seráfico». A esto debemos añadir que la obra tiene una ideología y un carácter netamente franciscanos y bonaventurianos, que se echa de ver notoria– mente en la concepción de la vida espiritual, que parte de hacer de la voluntad la potencia más excelente del alma; luego, como lo recalca frecuentemente el P. Isidro, considera la vía del amor o afectiva la más apropiada para llegar más fácil, segura y prontamente a la perfección; y finalmente, no ya aconsejando sino exigiendo como medio eficaz la oración, mejor dicho, la meditación, sobre todo de los misterios de la humanidad de Cristo, otra coincidencia de este escritor con S. Buena– ventura; y a tal objeto propone en su obra no menos de 31 meditacio– nes sobre la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo, con un total de 313 páginas (las 181 a 492 del segundo tomo). El P. Isidro lo hace, e insiste en eso precisamente, siguiendo el ejemplo y la doctrina del « Seráfico Padre y Doctor San Buenaventura», quien afirma que « entre todos los ejercicios de la vida espiritual, uno de los más provechosos y que a más alto grado de perfección puede levantar a un alma, es la consideración de la vida y muerte de nuestro Salvador». Y agrega: « El dulcísimo y santísimo Doctor San Buenaventura en este mismo ejercicio 23 Martín de Torrecilla, Apologema, 147s.

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