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LOS ESCRITORES DE CASTILLA Y S. BUENAVENTURA 395 eran fruto de la experiencia adquirida por largos años en uno y otro ministerio. O b ras y fu en te s . Demostración de su afición al púlpito y de sus cualidades oratorias son los dos tomos de sermones que publicó: El sol de nuestra España y luz grande de la Iglesia, el Abulense en discursos morales, políticos y espirituales: lamentaciones cristianas, Ma– drid 1670-1675. Son a la vez testimonio de la admiración que sentía por D. Alonso de Madrigal Tostado de Rivera, llamado unas veces el «Abulense» y otras el «Tostado». Según el P. Torrecilla 17 , imprim10 también en Bruselas un opúsculo de Ejercicios espirituales, del cual, aunque lo había visto, no nos da más pormenores. Los escritos que aquí interesan son los que a continuación rese– ñamos. El primero: Luz clarísima que desengaña, mueve, guía y aficio– na las almas que aspiran a la perfección y las lleva por el camino más sólido y seguro a la unión con Dios, Madrid 1661 (20 cm., 10 ff.-602 pp.-13 ff.) 18. El intento del P. Viana en esta obra es ilustrar a las personas pia– dosas que aspiran a la perfección, enseñándoles el camino fácil, sólido y seguro para escalar su cima, a la que pueden llegar con la divina gracia y el esfuerzo personal. A tal objeto describe las disposiciones necesarias que se han de tener, los impedimentos que les saldrán al paso, y, al proprio tiempo, propone los medios para salir victoriosos en esta empresa espiritual, sobre todo el de la oración, en lo que insiste con gran apremio. Aparte de esto, considera la voluntad como la primera y más importante potencia del alma, y consiguientemente concede a la vía afectiva una especial preponderancia para adelantar y correr por el camino de la perfección. Por otra parte, su obra no es disquisitiva, sino meramente exposi– tiva de la doctrina corriente, que confirma con citas frecuentes de la Sagrada Escritura, de S. Agustín, S. Basilio, S. Bernardo, Sto. Tomás, Enrique Susón, Enrique Herp y bastantes más, entre ellos los capu– chinos Víctor Gelen y Benito de Canfield, como asimismo Juan Taulero y el Abulense. Casi diríamos que estos cuatro últimos son los prefe• ridos; de unos y otros copia a veces páginas seguidas 19• A estos preferidos hay que añadir el nombre de S. Buenaventura. Las obras que cita del mismo son: Mystica theologia, De profectu reli– giosorum, ltinerarium mentís in Deum, Speculum disciplinae, De parvo bono, Stimulus amoris y alguna otra. Estas citas alcanzan un total de 89, y en ocasiones son extensas. Además, al mencionar al Seráfico Doctor, demuestra por él singular respeto y afecto, y su opinión es 11 Apologema, 140. 18 Se imprimió segunda vez en Madrid en 1672, pero sin cambiar nada, fuera del enunciado de algunos capítulos. 19 Cf. en La provincia I, 322, lo que dice el dominico P. Luis de Getino respecto a la preferencia que el P. Viana tenía por la doctrina y escritos del P. Taulero.

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