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Miguel Anxo Pena González 200 H uarte de S an J uan . G eografía e H istoria , 28 / 2021 apocalíptico. El acento lo había puesto en la necesidad y fuerza del buen ejemplo, que era lo que podía provocar el cambio auténtico. De esta manera, se va perfilando la búsqueda de una predicación más depu- rada, reconociendo su carácter eficaz y especialmente oportuno. En esa línea se ubica, en el marco conciliar, la intervención del laico, Gianfrancesco Pico della Mirandola, el 19 de diciembre de 1516. Este discípulo de Savonarola, y sobrino del príncipe de la concordia, se dirigirá al auditorio con una disertación de re- forma –en un tono marcadamente conciliador, procurando distanciarse de los excesos–. Pondrá de relieve que, para superar la ignorancia y la incredulidad de las gentes, era necesaria una vuelta a la formación clásica, pero que fuera acom- pasada por un verdadero cambio de vida. Para ello el clero tenía que dedicarse seriamente al estudio, particularmente de la Sagrada Escritura, que debía ser pur- gada de los errores que se habían ido superponiendo en los sucesivos traslados. Al mismo tiempo, los clérigos debían cuidar el oficio y la liturgia, llevando una vida digna 10 . Con estas «herramientas» se podía recuperar la pietas , que representaba el ideal de vida cristiana y, al mismo tiempo, la paideia , que refería al ideal edu- cativo propuesto. Sus palabras remiten a una reforma donde se recuperan esos dos principios, incidiendo en el ejemplo de vida 11 : No pido que [los sacerdotes] se den golpes de pecho con una piedra como Jerónimo, pero tampoco que adornen las prostitutas con preciosos collares, ni su calzado con gemas del Hydaspes. Y mucho menos quisiera imponerles que se habitúen a los ayunos de Hilarión, pero que no imiten o superen la mesa de los sibaritas. [...] Recomiendo la moderación [...]. No se crean, que cuando les amonesto a ser generosos en el dar, que yo quiera obligarles a imitar en todo a aquel espléndido y famosísimo gesto de Martín, que dividió la capa para vestir un pobre mendigo que tiritaba de frío. Pero quisiera que aquellos que tienen dinero en abundancia, fuesen inducidos, por el ejemplo de Martín, a vestir al desnudo, más que cubrir con paños de púrpura sus caballos 12 . Pero una de las aportaciones más valientes y proféticas de reforma no vendrá del aula conciliar. Es preciso también mirar fuera de las sesiones oficiales del con- cilio, de la mano de los eremitas camaldulenses venecianos Paolo Giustiniani y Pietro Quirini. El Libellus ad Leonem X 13 es un extenso memorial de cien colum- nas que estaba avalado por años de estudio y experiencia. Estos eruditos huma- nistas fueron capaces de ofrecer un juicio lúcido sobre la situación de la Iglesia. Así, al tiempo que denunciaban la avaricia de los príncipes, se referían también a 10 Minnich, 1969, p. 203. 11 Schmitt, 1970, p. 170. 12 Pico della Mirandola, De reformandis moribus oratio. Tomado de Mezzadri, 2001, p. 105. 13 Giustiniani y Quirini, 2016.
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