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H uarte de S an J uan . G eografía e H istoria , 28 / 2021 199 P redicación y reforma en el contexto católico europeo previo a T rento La norma canónica expresaba que los predicadores de oficio tenían la obliga- ción de predicar, bajo pena de pecado mortal; por su parte, aquellos que lo eran por encargo, podían hacerlo si lo deseaban, y si no lo hacían, no cometían pecado mortal. Pero a todos se les exigía que, según el precepto divino, explique y proclame el Evangelio a toda criatura, ense- ñe a rechazar el vicio y a practicar la virtud, y favorezca en todas partes la paz y el amor recíproco, tan recomendado por nuestro Redentor, que ninguno rasgue la vestidura inconsútil de Cristo (p. 637). A los clérigos que se fueran a dedicar a la predicación, se le exigían tres re- quisitos formales: pureza de vida, conocimiento competente y que la autoridad le fuera otorgada por la Iglesia. Estas obligaciones estaban muy relacionadas con el fin último de la predicación, pues tenían que ganarse la voluntad de sus oyentes con el ejercicio de la humildad y, por medio del ejemplo y de la persuasión, po- nerlos en el camino de la salvación. Pero lo cierto es que la predicación se vuelve una cuestión compleja como consecuencia del Renacimiento, ya que será difícil separar el efecto directo de éste en la práctica eclesial. Entendemos, en este sen- tido, que se vuelve hacia los modelos clásicos de la retórica y la elocuencia, que tenían una finalidad diversa a la que le correspondía propiamente a la predica- ción evangélica. Con ello se quería frenar el progresivo deterioro que venía ya de lejos. Los humanistas serán críticos con la ignorancia y la falta de formas de los predicadores pero sin llegar a reclamar la adecuada virtud que había de acompa- ñarles. Las propuestas y condiciones marcadas en el aula conciliar irán también orientadas hacia el cuidado de la persona del predicador, lo que iba en relación al hecho de que la mayoría de los oradores que intervendrán en el aula contaban con experiencia pastoral concreta, al tiempo de ser conocidos por sus cualidades oratorias, lo que también servía como elemento paradigmático en el aula conci- liar. El problema era la difícil síntesis que se había de hacer entre teoría y praxis. Los cambios relativos a la predicación están también en relación directa al concepto teológico de la misma, y cómo esta servía al esquema de la salvación. Se recupera así la idea de que la predicación es una parte fundamental del culto dominical. Pero después de la experiencia dramática de fray Girolamo Savonaro- la, Roma considerará también una prioridad controlar la predicación, frenando todo tipo de profecías que auguraban reformas súbitas y, con frecuencia, vin- culadas con el final del mundo. El dominico había propuesto una reforma de la civitas christiana 9 . Savonarola, en concreto, había señalado las cuestiones fun- damentales; aquellas que no podían ser olvidadas, aunque lo hiciera en un tono 9 Savonarola, De veritate prophetica [lib. VI], pp. 329-342.
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