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Miguel Anxo Pena González 198 H uarte de S an J uan . G eografía e H istoria , 28 / 2021 deleitar al auditorio cuando no entretener a las gentes, olvidando totalmente su auténtica finalidad. De esta manera, aunque el V Concilio de Letrán se mueve en un exceso de retórica, sí pondrá el acento en que la predicación era un elemento sustancial para la reforma de la Iglesia. Los padres conciliares entendían que la predicación podía terminar con los vicios y, por ello, mandan que los predicadores: en el futuro se abstengan de aquellos comportamientos que han osado asumir en estos últimos tiempos... pues predicando no enseñan el camino del Señor, no explican el Evangelio como deberían, aunque lo intentan en todas partes con gran ruido. Pretenden convencer a la gente que crea en milagros ficticios, en nuevos y falsos vaticinios, así como otras cosas fútiles, similares a las fábulas de las abuelas, provocando así grave escándalo, sin tener cuenta de la autoridad, que desaprueba y rechaza todo esto  7 . Al mismo tiempo promoverá que los candidatos al ministerio de la predi- cación fueran examinados oportunamente  8 y, lo que es más importante, que predicasen la verdad evangélica y la Sagrada Escritura según la explicación, la interpretación y los comentarios de los doctores de la Iglesia o el dilatado uso aprobado y acogido hasta hoy... sin añadir nada que sea contrario y se separe de su sentido propio, muy al contrario, sigan siempre las opiniones que concuerdan con las palabras de la Sagrada Escritura y con las interpretaciones rectas inclui- das de dichos doctores (p. 636). Es interesante constatar que, aunque fuera de manera teórica, la palabra de Dios recuperaba el centro en la vida de la comunidad cristiana. A este fin, se re- cuperaba paulatinamente la conciencia de que los obispos, como administradores ordinarios de la enseñanza del pueblo, cuando no lo podían realizar directamen- te, estaban constreñidos a buscar varones idóneos, «poderosos en palabras y en obras», de tal suerte que hubiera una adecuada coherencia entre la palabra y el ejemplo. Por lo mismo, se entendía que no podía haber verdadera reforma si am- bos elementos no convergían en la búsqueda de una vida más virtuosa. 7 Concilium Lateranense V , «Sessio xi . Circa modum praedicandi», p. 636. 8 «statuimus et ordinamus ut nullus tam clericus saecularis, quam cuiuiscumque etiam mendi- catium ordinis regularis, aut quivis alius ad quem facultas praedicandi, tam de iure quam de consuetudine vel privilegio aut alias pertinet, ad huiusmodi officium exercendum admittatur, nis prius per superiorem suum respective diligenter examinatus, in qua re conscientiam ipsius superiori oneramus, ac morum honestate, aetate, doctrina, probitate, prudentia, et vitae exem- plaritate ad illud aptus, et idoneus reperiatur, et hic, quocumque postea praedicaturus acesserit, de huiusmodi examine et idoneitate sua per literas authenticas seu alias sui examinatoris appo- batorisque episcopis et aliis locorum ordinariis fidem legitime faciat». Concilium Lateranense V , p. 636.

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