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H uarte de S an J uan . G eografía e H istoria , 28 / 2021 197 P redicación y reforma en el contexto católico europeo previo a T rento Uno de los primeros núcleos de reforma conciliar es el que formarán los obis- pos pertenecientes a los reinos de Castilla y Aragón y que, bajo el auspicio de la corona, reflexionarán sobre la Iglesia y sus necesidades de transformación. Algo que ya había estado muy presente en el sínodo de Burgos de 1511, en el que se había preconizado la descentralización del poder a favor de los obispos, así como la oportunidad de someter a examen a aquellos que aspiraban a la colación de algún beneficio eclesiástico. Ambas medidas, si se hubieran llevado a efecto, habrían tenido también su repercusión directa sobre la predicación del pueblo, puesto que una selección mayor de los candidatos hubiera puesto freno a una de las grandes lacras de aquel momento histórico. Por su parte, Fernando el Cató- lico, siguiendo la sensibilidad que se desarrollaba en la península ibérica, consi- derará la necesidad de reactivar el derecho e, incluso, que se precisase mejor la eclesiología. En esta dirección había influido, particularmente, el arzobispo de Sevilla e inquisidor general fray Diego de Deza, impulsor de la renovación de la teología promovida por los dominicos, en una clara vindicación del tomismo  4 que tendrá luego, de la mano de Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, su momento máximo de esplendor en la península. El debate sobre la reforma había de promover a un mejor y más adecuado co- nocimiento teológico, pues después de las sesiones de debate en los concilios de Constanza y Basilea-Ferrara-Florencia, el tema del conciliarismo seguía siendo una seria preocupación, de manera especial, para los pontífices  5 . Por lo mismo, la reforma había de implicar también una más adecuada clarificación teológica. Por desgracia, el elemento por excelencia para la formación de los cris- tianos de a pie, la predicación, aunque había podido promover una adecuada reforma, estaba profundamente distante de las necesidades de instrucción y formación en la palabra de Dios que tenía el pueblo. Lo habitual era predicar a partir de las cuestiones de los maestros escolásticos, lo que resultaba ya ana- crónico. Este será uno de los elementos fuertemente contestados por todos los intelectuales y pastores preocupados por la formación cristiana. Como ejemplo sirva el de la península itálica, donde los predicadores solían comenzar su alo- cución con la referencia a un sueño que habían tenido en la última noche. En dicha predicación podía estar presente la filosofía, las fábulas de Esopo, siendo frecuente que terminaran cantando «algunos versos de Francesco Petrarca o de Ludovico Ariosto»  6 . Con todo, lo más llamativo era la total ausencia de refe- rencia a la Escritura o a los Evangelios. Eran, de hecho, los grandes ausentes. Se podía afirmar que, en dicha predicación primaba lo histriónico, buscando 4 Esto lo hace mediante su obra Diego de Deza, In defensione sancti Thomae... 5 Bédouelle, 2002, p. 33. 6 Campagnola, 2003, p. 22.

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